Solo ellos dos sintieron el terremoto. La ciudad, sumida en la repetición industrial de días idénticos, parecía ignorarlo. En mitad de aquel concierto tintineante de vasos de cristal, tazas blancas de porcelana, platos llanos y cucharillas de metal, él la miraba y descubría en los posos de aquellos ojos color café amargo que su destinoLeer más
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