Hay un rincón, hay un rincón escondido que palpita su gorgoteo apenas, su pulso de agua suicida, sus gotas resbalando –cloc-, deslizándose –cloc-, con su grito sordo de caída libre a la humedad –cloc, cloc, cloc-. Hay un rincón (que no esquina) respirando oculto bajo la piedra de los muros, agachado, encogido sobre sí mismoLeer más
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