-Siete- decía suavemente. Su voz, apenas perceptible, se quedaba dando vueltas en mi oído hasta que el dato, tibio, entraba en mi cabeza para que lo escribiera como fruto de mi propio razonamiento. Hacía seis años que Melany me soplaba las respuestas de los exámenes de matemáticas. Desde los primeros números, las más sencillas sumas,Leer más
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