No obedecen ni protestan, esperan; Dios mío la paciencia de los bichos. A. L. A. Ahora no tiene ningún sentido quejarse, mucho menos lamentarse o maldecir; yo siempre intenté y quise rodearme de los mejores, de los más importantes y carismáticos, esos pocos, entre los que yo evidentemente no contaba, que con su sola presenciaLeer más
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