Los policías llamaron un par de veces al timbre y esperaron, pacientemente, a que la puerta se abriera. –¿Es usted don Emiliano Sánchez Utrera? –Emiliano, sí. –¿Es este su domicilio, verdad? El interpelado giró la cabeza hacia un lado y otro, examinando su umbral, como si acabase de reparar en él. Después, apretó el marcoLeer más
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