Comenzaba la mañana. Los reflejos que zanjaban los cristales y recortaban su sombra eran amables con una noche demasiado larga, y permitían que la oscuridad se fugase poco a poco. Se había pasado varias horas metido frente a un montón de facturas que parecían acumularse en su espalda. La calculadora iba y venía en suLeer más
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