Sin coyunturas excepcionales. Todo corriente sin dejarse llamar mediocre, e incluso las peculiaridades de mi personalidad corresponden al catálogo de extravagancias más ortodoxo del género humano. Le diré, por ejemplo, que padezco de insomnio atroz; que la felicidad se me antoja escurridiza, irreconocible por unos lobos que me aúllan en las migrañas; y que nuncaLeer más
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