Bolzena Verzek acababa de despertarse y a vista de pájaro era un bulto de ceniza en una playa desierta de soldados rotos y caballos muertos. Entre las sábanas, justo a la altura del astrágalo de su pie izquierdo, asomaba una tostada desnuda sobre el corazón esmaltado del plato, un café humeante y una tarrina deLeer más
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