Alejandro Díaz Castaño: yo pongo la letra y vosotros la música.
17/06/15. Asturias24. Enlace al artículo actualmente no disponible.
Una conversación con el crítico cinematográfico y programador asturiano, que acaba de publicar su primer libro de “canciones”, Olvidos vergonzosos, en Maclein y Parker.
De Alejandro Díaz Castaño (Asturias, 1979) conocíamos bien su cinefagia implacable y exquisita, que (casi) todo lo abarca, y de la que lleva años haciendo gala en publicaciones como Miradas de Cine, Tren de Sombras o la prestigiosa La Furia Umana, así como en revistas tan imprescindibles comoCaimán – Cuadernos de cine (artista anteriormente conocido como Cahiers du Cinema-España), aunque su amor por la música pop también le haya abierto paso en otros medios, como Rockdelux. Sus conocimientos y gusto han quedado reflejados también en libroscolectivos como Cien miradas de cine(2011) o El universo de 2001: Una odisea del espacio (2014), entre otros. Su desprejuiciada cinefilia, siempre hambrienta y alerta, le valió convertirse en programador del Festival Internacional de Cine de Gijón en sus ediciones del 2010 y 2011, labor que sigue ejerciendo ahora en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, que dirige José Luis Cienfuegos. Lo que no sabíamos de Alejandro era que ocultaba celosamente otra pasión no menos devoradora: la de la literatura y, en concreto, la poesía, que ahora nos descubre un pequeño (de tamaño) librito, Olvidos vergonzosos (veinte pasos en el vacío), publicado por la editorial sevillana Maclein y Parker y presentado el pasado día 4 de junio en la caverna hípster por excelencia de Gijón, Toma 3. Un “grandes éxitos” de canciones mudas (o silentes) que revelan un talento y un talante poéticos singulares, donde la palabra se vuelve imagen y las imágenes de mil y una películas soñadas se traducen en músicas invisibles, llenas de vigor y pasión, con un angst al que no le falta un cierto toque de humor negro, casi surrealista. Alejandro Díaz Castillo, crítico de cine, poeta y cinéfago, no necesariamente en ese orden, nos cuenta su periplo desde el primer guión hasta la película impresa.
¿Por qué son “olvidos vergonzosos” estos poemas?
El título que manejaba originalmente, allá por el año 2004, era Veinte pasos en el vacío, que ha acabado convirtiéndose en el subtítulo. Sin embargo, mientras ultimaba la selección, me llamó la atención una pieza en la que aparece esa conjunción de palabras: “olvidos vergonzosos”. Me pareció que tenía fuerza y podía definir de un modo más auto-irónico el contenido general del libro, teniendo en cuenta que el paso del tiempo me ha permitido distanciarme bastante de los textos, así como observarlos también con un prisma crítico.
Se te conocía mucho más la faceta cinéfaga, que esta otra literaria… ¿Cuándo te entró el gusanillo de la poesía?
Bueno, aquí me voy a permitir hablar un poco de mí mismo, ¡seguramente demasiado! Durante los últimos quince años, he venido publicando regularmente textos de análisis cinematográfico (últimamente menos, ya que la programación me ocupa casi todo el tiempo), a los que siempre he intentado aportar en lo posible una mirada personal. Simultáneamente, he ido haciendo cosas solo por gusto y necesidad. Con 19 años empecé a escribir aforismos, los cuales también siguen inéditos, y los primeros poemas surgieron en 2002 como una suerte de continuación natural de aquellos. Creo que, de manera totalmente inconsciente, la libertad de estructura y contenido que permitían las canciones me comenzó a resultar mucho más estimulante que la búsqueda del rigor clásico del aforismo.
De hecho, llamas a estos textos “canciones sin música”… ¿Quién debe musicarlos?
Mi sensación era la de estar escribiendo letras de canciones cuya música no ha sido compuesta, y escoger las que han formado parte del libro fue algo parecido a lo que, imagino, será terminar de editar un álbum musical: Seleccionar las canciones, ordenarlas, cuidar las transiciones, hacer arreglos, escoger una portada (gentileza de la fotógrafa sevillana Margarita López Morales), etc. La verdad es que son letras sin una estructura ortodoxa y sin estribillos, aunque quizás podrían adaptarse para ser musicadas después de todo, sí. Lo que no me atrevo es a decir quién debería musicarlos, ¡acabaría siendo muy pretencioso por mi parte seguro! Quizás me plantee hacer algo con ayuda de músicos amigos, pero por el momento no hay nada en marcha. Ahora bien, de una cosa estoy bastante seguro: el disco resultante tendría guitarras. Creo que es mi instrumento musical favorito, y en este punto siento disentir de mi admiradísimo Luis Buñuel, que aborrecía la guitarra eléctrica. A mí me encanta.
Es curioso que cuando se reivindica a los letristas de rock como poetas (Cohen, Dylan, Reed, Morrison, etc.), tú hagas poemas como letras de canciones…
Me parece muy interesante lo que planteas, porque es verdad que ahora se está editando en forma de libro la poesía de estos artistas, y los que citas son palabras mayores, desde luego. Releyendo las letras impresas de Morrison oNeil Young, sin escuchar su música al mismo tiempo, te das cuenta de que funcionan perfectamente como obras literarias autónomas. En Olvidos vergonzosos es a la inversa, pero en ningún caso fue algo premeditado. Recuerdo que, en 2003, le envié a mi amigo José David Cáceres una de las piezas, y en el email que adjunté ya la bautizaba como “canción”, en lugar de “poema”. El concepto estuvo en mi cabeza desde el principio, pues en el fondo nunca me he sentido ni considerado poeta. Incluso barajé con la editorial la posibilidad de una edición que emulase a un disco musical, pero finalmente la desechamos: demasiado farragoso.
Corrígeme si me equivoco, pero también me parece que se cuelan guiños cinematográficos bastante esotéricos…
En efecto, existen guiños bastante directos a cineastas y películas, e incluso alguno televisivo. Hay un par de nombres que creo bastante claros y no me importa desvelar: Max Ophüls y Fritz Lang, dos auténticas obsesiones, dos artistas totales que pienso que deberían mencionarse siempre entre lo más brillante del legado cultural del siglo XX. Otros quizás hayan sido asumidos como influencia inspiradora, más que como cita propiamente dicha. Por ejemplo, siempre he pensado que ‘La sombra urbana’ describe unas sensaciones de desamparo social en la vena de Umberto D., mi película favorita de Vittorio De Sica…
Lo cierto es que la irrupción de obras cinematográficas es inevitable cuando uno ama con tanta fuerza al medio audiovisual, pues sus imágenes y sonidos acaban por entremezclarse inextricablemente con la realidad personal. En un instante de la canción titulada ‘Atardecer terminal’ puede leerse un fragmento definitivo al respecto: ‘Los sueños también son vida’. Pues del cine puede decirse lo mismo. Y de la música, y de tantas otras disciplinas.
En general, se trata de poemas muy duros, casi cortantes, con imágenes bastante oscuras… ¿Dirías que tu poesía es pesimista, nihilista o existencial, por decir algo, claro?
En la presentación del libro en Toma 3, que es uno de los escasos reductos culturales que sobreviven hoy en Xixón, el tono distendido que empleó con su brillantez habitual Isabel Lueje en la introducción me llevó a utilizar el término chanante “bajonero” para describir el libro. Acepto (¡cómo negarlo!) que es oscuro, brumoso, típicamente norteño. Tras leer una de las piezas, Hilario J. Rodríguez me dijo que había cierta severidad que le recordaba al cine deRamón Lluís Bande, lo cual es uno de los mayores elogios que nadie podría recibir. Creo que es un libro de aliento atlántico, aunque se haya editado finalmente cerca del Mediterráneo. Sin embargo, no todo en él son sombras, también hay destellos de luz, y un invariable, y a veces casi imperceptible fondo esperanzador, o al menos no completamente pesimista. A mi buena amiga Izaskun Lasa, por ejemplo, le gusta más la primera parte porque la encuentra más melancólica, y quizás sea cierto que las últimas composiciones tienen un lado oscuro o apocalíptico más pronunciado. La herencia nihilista no puedo negarla, pues Nietzsche fue una influencia absolutamente decisiva en mi juventud, si bien hace tiempo que ya no abro sus libros, algo que en realidad él mismo deseaba que hiciesen sus lectores en un momento dado.
Hay también asociaciones de palabras e imágenes, e incluso juegos tipográficos o formales muy potentes y arriesgados, ¿son producto de una técnica personal pero calculada o de iluminaciones del momento, un poco a la manera surrealista de la “escritura automática”?
Te agradezco enormemente las palabras, porque siempre me ha atraído mucho el surrealismo. De hecho, en 2002 escribí un relato, titulado ‘La novia automática’, creado precisamente a la manera del movimiento. Los admiro a casi todos, no solo a Buñuel, por sus obras y actitud, y daría lo que fuese por haberles frecuentado, ¡aunque ello significase llevar muerto años! Sobre la técnica de escritura de Olvidos vergonzosos, no hay ningún cálculo, todo surge de forma intuitiva.
Por lo general, los primeros textos están escritos más o menos del tirón, siempre en circunstancias excepcionales, como fruto de un trance creativo momentáneo e irrepetible, aunque en algunos ya utilizo la técnica cut-up, que también usaban dadaístas y surrealistas, y que es más observable en varias de las últimas composiciones. De hecho llegué a tener un borrador, un archivo al que nombré ‘Atopop’ (lo cual no significa nada), en el que iba escribiendo párrafos y frases de cuando en cuando, siempre desde ese misterioso “inconsciente consciente”. Después los releía y me daba cuenta de que algunos encajaban de forma racional, casi como symplokés platónicos, mientras que otros chocaban entre sí como los átomos de Demócrito. Di forma a varias canciones cortando y pegando fragmentos con esta metodología.
¿Y los juegos tipográficos?
El más llamativo surgió por pura necesidad. Tenía dos textos que se alimentaban entre sí, pues uno era una “desfiguración” del otro, por lo que deseaba que apareciesen en columnas paralelas, con la única frase que comparten en el centro, de forma que permitan variaciones en la lectura (se puede leer cada uno de ellos en vertical, o saltar de uno a otro tras leer la línea común). El caso es que como no cabían en los márgenes de la hoja en vertical, los colocamos en horizontal y ello le ha dado una cierta singularidad a la edición.
Durante la presentación te referiste a la escritura de poesía como producto de cierta angustia, de un situación personal difícil a la que permite enfrentarse y quizá superar… ¿es la poesía una terapia para el poeta?
Recuerdo que mi profesor de filosofía Emilio Ángel García García, a propósito del poema de Miguel Hérnandez ‘Nanas de la cebolla’, soltó una frase reveladora: “Es importante haber sufrido mucho para escribir algo que merezca la pena”. Recuerdo también al Gran Wyoming diciendo algo parecido hace años en una entrevista televisiva, pues no entendía por qué la gente escribía canciones sobre lo feliz que era y lo enamorado que estaba. Si lo eres y lo estás, ¡dedícate a disfrutarlo, pero no nos lo restriegues a los demás! Creo que es preferible que la creación artística surja de la necesidad. Con ello no me refiero a que tenga que provenir por fuerza de la tristeza o la depresión, sino más bien de una fe inquebrantable, suicida, en las propias ideas, por extrañas u oscuras que sean, poniendo toda la carne en el asador. Me gusta mucho la definición que hizo Thom Yorke en una entrevista con motivo del lanzamiento de Kid A, uno de los grandes discos de Radiohead: “El arte está ahí porque sirve de herramienta para combatir conflictos que no tienen solución por otras vías”. Dicho esto, me gustaría añadir que, aunque en el libro abundan los textos en primera persona, no se trata de un diario personal, si bien contiene, evidentemente, muchos elementos extraídos de la propia experiencia vital.
No obstante, al publicar siempre se busca un lector… ¿A qué lector buscas?
Por supuesto, publicando uno siempre busca compartir lo que ha creado. En mi caso, me basta con que alguien pueda verse identificado o llegue a emocionarse con alguna de las combinaciones de palabras que contiene. Y eso ya ha ocurrido, ¡o al menos eso me han dicho!, con lo que me doy por satisfecho. Creo que las canciones pueden resultar igual de accesibles o inaccesibles para cualquier tipo de lector. Quizás recomendaría a quien esté deprimido que se acerque a ellas, porque siempre resulta catártico leer a alguien más deprimido que uno mismo. ¡Para eso Cioran funciona a las mil maravillas!
Como “canciones sin música” supongo que tendrás favoritos que te han influido desde el rock y el pop, pero… ¿qué poetas o qué clase de poesía te ha podido marcar e inspirar también?
Las influencias musicales son eclécticas e innumerables, en efecto:Radiohead, Neil Young con Crazy Horse, Pink Floyd, PJ Harvey, Los Planetas, el Damien Jurado de Ghost of David y I Break Chairs, los Queens of the Stone Age y los Extremoduro de hace una década… por citar solo unos pocos nombres. En general, mucha música de los noventa sigue bombeando en mi cabeza. ¡Y siempre he tenido la muy personal teoría de que 1998 es uno de los mejores años de la música popular ever!
En lo tocante a poetas propiamente dichos, he leído a Whitman, Baudelaire oRilke, pero sobre todo he admirado mucha poesía española y particularmente andaluza: Antonio Machado, Bécquer, Lorca… Creo que algunas de las coplas de Manrique continúan erigiéndose como triunfos absolutos, y en el libro se hace mención a una de las Cantigas de Animales de Alfonso X El Sabio, que también siguen atesorando una riqueza extraordinaria. Entre mis paisanos, Ángel González siempre me pareció un maestro. Y, sin salir de Asturies, he leído cosas excelentes escritas por autoras como Sofía Castañóno la mencionada Isabel Lueje, que se prodiga demasiado poco. Siempre he sido de la opinión de que existen creadores anónimos muy interesantes por todas partes. Sin ir más lejos, mi amigo Mario Llavona tiene composiciones muy potentes y apenas ha publicado nada…
El libro abarca un periodo bastante largo, del 2003 al 2011, del que han sobrevivido solo unos pocos poemas… ¿fue dura la criba? ¿Qué criterio seguiste?
Durante la presentación en Xixón, bromeamos con que se trata de un Best of…prematuro, así que si alguien me dice que el libro le deja indiferente, c’est fini!En 2013, releyendo los textos, empecé a sentir cierta inquietud porque algunos llevaban más de una década escritos y nadie los había leído aún. Y había algunos que realmente me gustaban y mantenían su fuerza, lo que los convertía de alguna manera en intempestivos a mis ojos, así que poco a poco fui ultimando el álbum. Mi adorada Leire Apellaniz fue clave en este proceso, ofreciendo una opinión firme y fiable de alguien ajeno al material. Algunos textos que no me disgustan se quedaron fuera, pues si no encajaban con la “musicalidad” general del libro o se reiteraban en temas ya abordados, eran excluidos no sin cierto dolor, pues dudo que vayan a publicarse en papel jamás. También procuré respetar en lo posible mi “yo” pasado, no modificando demasiado los escritos, respetando incluso algunos defectos propios de la juventud.
El libro, como explicas, surgió en Asturias, pero acabó cristalizando en Sevilla… Cuéntanos cómo llegó hasta allí.
Me gusta la idea del Sur como lugar mítico al que escaparse, tal y como la leí en su día en novelas de Manolo Vázquez Montalbán (gran escritor de género ya un poco olvidado, por desgracia). En 2012 me fui a vivir a Sevilla para trabajar en el Festival de Cine Europeo de la ciudad, y esto me condujo a entrar en contacto con la joven y entusiasta editorial sevillana Maclein y Parker, a los que estoy profundamente agradecido por su confianza y paciencia. Además, Sevilla rezuma amor a la literatura y tiene unas librerías increíbles, es una ciudad fascinante que me ha acogido de forma inmejorable, y con la que siempre estaré unido en lo sentimental. Por ello no puedo imaginar mejor luz que la sevillana para alumbrar las sombras del libro.
Por lo que cuentas, todavía te quedan obras inéditas en el baúl… ¿las veremos en forma de libro? ¿Son solo poemas o te has arriesgado a otras formas narrativas?
Hay un buen puñado de relatos cortos, y un proyecto de novela que por el momento también permanece en la oscuridad. También guiones de cortos y mediometrajes, alguno de los cuales espero poder llegar a realizar algún día, y hasta el piloto de una serie de televisión, ¡una comedia de situación al estilo de las estadounidenses de los 80 y 90, nada menos! ¡Amenazo con irrumpir en todas las disciplinas creativas como elefante en cacharrería, oigan!
Finalmente, ¿dónde y cómo se puede conseguir Olvidos vergonzosos?
Puede adquirirse en Toma 3 (Calle Marqués de Casa Valdés, 27, Xixón) o escribiendo al siguiente email: olvidosvergonzosos arroba gmail punto com.