24/08/2016. Libros Prohibidos. Enlace del artículo.
Ganador del Premio Guillermo de Baskerville 2016, categoría Libro de relatos
José Pedro García Parejo es amigo de las palabras.
Ya, ya sé que esto puede parecer muy obvio, que si ha publicado un libro será porque lo ha escrito, y si lo ha escrito será porque le gusta juntar palabras y sacar historias. Pero que a una persona le guste juntar palabras y con ello publique libros no significa que sea amigo de las palabras. Porque ser amigo de las palabras, para que nos entendamos, es saber decir lo que todo el mundo diría exactamente de la mejor forma que se pueda decir. O, si no, al menos de un modo nuevo.
Ser amigo de las palabras es amueblar el corazón de una forma diferente en cada cuento. Diseccionar el momento. Aumentar el zoom sobre un instante o un gesto hasta llegar a hacerlo comprensible desde una perspectiva nueva. Por ejemplo, qué pasa por la cabeza de un defensa a quien han encomendado la labor de lesionar a la estrella rival, en el momento justo de lanzarle la patada. O dónde guarda la conciencia un asesino a sueldo en las horas de trabajo. O en qué momento exacto una vida puede irse al garete.
Ser amigo de las palabras es conseguir que diferentes voces suenen realmente diferentes, que, a través de ellas, de las palabras (única arma de todo escritor), podamos oír la voz del abuelo, y la del nieto, y la del feliz, y la del triste, y la del de aquí y la del de allá. Ser amigo de las palabras es escribir bien sin parecerlo, sin ser engolado ni pretencioso, recogiendo la voz de la calle (limpiándola de las aristas necesarias sin que deje de sonar a verdad) y la de todo el bagaje cultural acumulado.
Ser amigo de las palabras es estar en ellas escondiéndote detrás de cada frase. Impregnar de tus vivencias y de tus recuerdos cada relato, pero sin caer en la autocontemplación. Presentarle al mundo tu imaginario íntimo a través de (y esto no es poca cosa) la literatura. Como, por ejemplo, las voces de los vecinos de tu calle, o las series adolescentes de los noventa que veías al mediodía en Antena 3, o las películas de acción americanas, o el fútbol, o la Guerra Civil (o, mejor dicho, los viejos recordando la Guerra Civil), o las tetazas de la chica guapa de tu clase de segundo de Bachillerato. Más o menos las mismas referencias que pueda tener cualquier treintañero como José Pedro, o como quien firma esta reseña.
José Pedro García Parejo es amigo de las palabras, y con ellas ha escrito una colección de relatos (¿o debería decir “de momentos”?) que entra igual de bien, o mejor, que el tinto de verano. Un gustazo leer una voz narrativa tan bien perfilada y tan solvente. No os lo perdáis. Se llama Leña.