MARÍA BAUTISTA: «¿PARA QUÉ ESCRIBO?»
11/06/20. Creatividad Literaria. Enlace al artículo.
Hay novelas que son como entrar en un río. Vas poco a poco templando hasta que terminas nadando de espaldas en una poza, sumergiéndote hasta tocar con la mano el lodo y finalmente dejas que la cascada caiga sobre tu cabeza. Cuando sales a la orilla sientes esa frescura en la mente y te dices: recomendaré estas aguas.
Así fue mi chapuzón en Bajo la higuera, la historia que entrelaza tres generaciones de mujeres que van del campo a la urbe y que por diferentes que sean sus vivencias todas están salpicadas por los entresijos de la maternidad o las ambiciones truncadas.
Es la primera novela de María Bautista, una escritora con una interesante trayectoria en el cuento y en su edición (Cuento a la vista) que vive en Berlín desde más de un lustro y que en sus presentaciones desprende inteligencia, reflexión, honestidad y frescura a partes iguales. Detrás de las óperas primas hay mucho más que ilusión e inocencia. Muchísimo más. Cinco años de gestación son muchos devaneos de sesos y en CL somos tan desalmadas que le forzamos a que vuelva a exprimirse sobre los motivos de su novela. Por eso el titular de esta entrevista es muy intencionado, porque muchas nos preguntamos lo mismo sin obtener respuesta ¿Para qué escribo? Supongo que tendré que seguir escribiendo para averiguarlo.
En esta charla sobre sus métodos creativos no solo hay claves para quienes estáis en vuestra primera novela, sino para todos a los que os interesa cómo evoluciona una historia y sus personajes, cómo controlar en este caso los chispazos entre las dos protagonistas, Clara e Inés. A modo de postre os animamos a escuchar su podcast Billetes de ida. ¿O acaso aquí hay alguien que no sea migrante?
Por cierto, la editorial que apostó por Bajo la higuera es Maclein y Parker, el sello sevillano a cuyos responsables entrevistamos en 2014, cuando debutaban en librerías y nos decían que el autor tuviera una voz propia era lo más importante para ellos. Aquí una. Con ustedes María Bautista:
¿En qué momento comenzaste a escribir Bajo la higuera? ¿Sabías que sería una novela?
El proceso de creación de esta novela va muy de la mano de mi propio proceso migratorio. Cuando decidí mudarme a Berlín, algo que llevaba mucho tiempo rumiando, decidí también que era el momento de atreverme con una novela. Tenía una idea en la cabeza, que surgía de un cuento que había escrito algunos años antes. En ella aparecía el personaje de la abuela Inés. El cuento contaba algo muy concreto, el hastío de una nonagenaria ante la vida, y yo quería contar su historia entera. Solo podía ser una novela.
¿Cómo fue el proceso? ¿Cómo te organizaste para evolucionar en la historia y en los personajes?
El proceso fue muy largo. Tardé casi cinco años en ponerle el punto final al manuscrito porque he sido bastante inconstante. Estuve mucho tiempo con el proyecto aparcado, lo recuperé, lo transformé y acabé por encauzarlo hasta lo que hoy es Bajo la higuera. Los personajes, e incluso la propia historia, fueron evolucionando con el tiempo. Yo creía conocer la historia de Clara e Inés, pero solo conocía una parte. Sabía que Clara había vuelto a España y que era incapaz de superar una ruptura, pero ¿por qué le dolía tanto? Sabía que la abuela Inés estaba llena de rabia, pero ¿de dónde nacía esa frustración? Descubrir qué les había llevado hasta ahí fue entender por qué eran como eran y reaccionaban de la manera en que lo hacían.
A medida que avanza la trama la profundidad de los pensamientos de las protagonistas es cada vez mayor. ¿Es intencionado o se corresponde con lo que apuntas, que tú también ibas conociéndolas más?
Sí, yo iba conociendo más y más a las protagonistas a medida que avanzaba y eso se nota. Pero hay algo intencionado en la manera de contarlo. Quería que los lectores conocieran a los personajes como en la vida real conocemos a la gente: poco a poco, desde el presente, pero con pinceladas del pasado, a través de experiencias, a través de confesiones. A retazos.
Está muy bien escondida la sorpresa que aguarda al final de la novela. ¿Te tentó desvelar el misterio antes? ¿Lo sabías desde el principio?
Lo sabía desde el principio y me pasó justo lo contrario: me tentó no desvelar el misterio nunca. Llegó un momento en el que estaba tan absorbida por la realidad de las dos protagonistas que el final me parecía, y me sigue pareciendo, de lo más anecdótico. Lo que importa no es el final, es lo que ha llevado a los personajes hasta ese punto.
¿Entre la trama y el estilo a qué das prioridad?
Creo que tiene que haber un equilibrio entre ambas cosas. Si una trama es buena pero está mal contada no me interesa y viceversa.
¿Cuánto pesa tu vivencia personal en lo que escribes? ¿Intentas disfrazarla o no? ¿Qué crees que debe hacer con el pudor quien escribe?
En mi caso la experiencia personal me indica dónde mirar. Me interesa lo que me interesa y hablo de lo que hablo por mi propia experiencia: la migración, la maternidad, los cuidados, las abuelas. Eso está ahí y no lo he disfrazado demasiado. Pero no cuento mis experiencias. Escribo desde ellas pero no sobre ellas.
El pueblo castellano y sus habitantes son una parte fundamental de la novela. ¿Crees que es necesario haber vivido en un lugar para narrarlo con verosimilitud?
Creo que no debería. ¿En qué lugar dejamos a la ficción y a los escritores si solo ocurriera así? No obstante, en esta novela yo sí que me he aprovechado un poco de mis propias experiencias. Aunque no he vivido nunca en un pueblo castellano, sí ha estado muy presente en mi vida. En Bajo la higuera hablo de la Castilla que conozco, allí donde pasé mis primeros veranos, pero también el lugar que se ha ido quedando vacío, donde ya solo quedan ancianos cuya única aspiración es morirse. En eso sí que soy igual que Clara, porque yo también he tenido la necesidad de volver a mis raíces, de recuperarlas y reivindicarlas.
La otra columna es la gran ciudad, una capital europea y cosmopolita: Berlín. ¿Crees que viajar forma parte de la carrera del escritor/a o es secundario?
Berlín es la otra cara de Clara. En la novela representa la vida soñada que finalmente se trunca. Esta ciudad es un poco así: un lugar que parece empujarte a ser lo que quieres ser. Yo no sería quien soy sin haber vivido y viajado regularmente a esta ciudad, pero creo que no sirve de nada viajar si solo nos miramos a nosotros mismos. En realidad, me parece mucho más interesante escuchar y leer que viajar.
¿Cómo te afecta a la hora de escribir tu condición de migrante y de, tal vez, bilingüe? ¿El lenguaje se cruza o se enriquece?
Estoy a años luz de ser bilingüe, pero es verdad que convivo con otro lenguaje y eso a veces me hace sentir torpe con mi propio idioma. Es como si me faltara rapidez. Es terrible. Por otro lado, el idioma alemán es una lengua de estructuras claras y de palabras precisas que me ha hecho darme cuenta de la ambigüedad y la riqueza de matices que caracteriza al castellano.
¿Y el vivir en una sociedad diferente? ¿Te has adentrado en la literatura alemana? ¿Te ha aportado algo?
Quiero creer que vivir en una sociedad diferente te aporta otro punto de vista. También te ayuda a ver tu lugar de origen desde fuera. De alguna manera lo sientes y lo ves como propio, pero no estás dentro y eso te da otra perspectiva. Y a nivel personal también te divide: estás pero no estás, eres pero no eres. Siempre hay algo de conflicto en la condición migrante.
Con respecto a la literatura alemana, leía mucho más al principio, quizá cómo una manera de entender mejor la sociedad en la que vivía, de tener más herramientas para integrarme en ella. Ahora ya no lo hago tanto, o no de manera consciente. Quizá eso sea integrarse: dejar de hacer un esfuerzo para estarlo.
¿Qué te aporta la escritura de cuentos?
Para mí los cuentos son como fotografías. Me ayudan a retener un instante y, de alguna manera, a mostrar mi manera de ver el mundo.
Participas en representaciones teatrales y también dramatizas algunos de tus relatos en podcast. ¿La palabra oral te ayuda a comprender mejor lo que escribes? ¿Crees que es necesario leer en alto lo escrito para detectar si funciona o no? ¿Tú lo haces?
La literatura nació oral y de alguna manera para mí sigue siendo así. Todo lo que escribo lo leo en alto para corregirlo. Si no me gusta cómo suena, no funciona.
¿Cómo de en serio te tomas escribir ficción?
Depende de qué consideremos tomarse en serio algo. Para mí es importante, es algo serio en mi vida. Pero no me lo tomo demasiado en serio y a pesar de los años sigo teniendo un poco el síndrome de la impostora: yo, ¿escritora?
¿Escribes alguna vez como distracción o siempre hay una finalidad llamada relato-cuento-novela?
Para esa pregunta no tengo respuesta y eso que me la he planteado muchas veces. Siento que ese es mi gran conflicto: ¿para qué escribo? Durante el tiempo que tardé en publicar la novela me lo pregunté muchas veces. Sigo sin tenerlo claro, así que supongo que tendré que seguir escribiendo para averiguarlo.
¿Hasta dónde dejas viajar tu imaginación? ¿Le pones límites?
Me encantaría pensar que soy totalmente libre cuando escribo, pero no lo soy. Al final, no hay peor censora que una misma.