Fernández Barba muestra la afinidad entre el juego y la palabra. El autor gaditano presenta esta tarde en la Fundación Carlos Edmundo de Ory “El corazón en la pupila y otros cuentos”.
29/05/15. Diario de Cádiz. Enlace al artículo.
Una cita de Blade Runner cierra El corazón en la pupila y otros cuentos, el libro que Pablo Fernández Barba (Cádiz, 1979) presenta esta tarde en la Fundación Carlos Edmundo de Ory: “Me construyo amigos. Son juguetes. Mis amigos son juguetes”, le dice el ingeniero J.F. Sebastian a la replicante Daryl Hannah.
“Blade Runner es mi película favorita. Incluir la cita fue sugerencia del editor, y coincide en esa idea de los relatos como juguetes, como mecanismos a los que se da cuerda y tienen un recorrido. Si este libro es algo -comenta al respecto su autor- es una reivindicación de la imaginación y del juego con la literatura, con el lenguaje y del juego en general”.
No extraña que una de sus mayores influencias, a nivel conceptual y literario, sea precisamente Carlos Edmundo de Ory, al que Fernández Barba conoció de niño: “Para él, la vida era un juego y él mismo, para mí, era un mago -cuenta Fernández Barba-. Venía de Francia, que sonaba muy exótico, con su sombrero y sus gafas. Y él mismo abundaba en esta creencia nuestra, nos contaba que hacía cosas como hacer desaparecer montañas… Realmente, toda esa magia era la imaginación. Y creo que eso es lo que más he aprendido de Carlos”.
” Un año antes de que él muriera -continúa- fui a visitarlo a su casa en Francia, y él estaba hablando de cosas como siempre, en tono de humor. Pero, de repente, hubo un momento en que se puso serio y me advirtió que lo que nunca debía hacer era dejar de lado el niño que había en mi interior. Pienso que cuando somos infelices es que nos olvidamos un poco de jugar. No hace falta tener un juego de mesa o un juguete, por supuesto: se puede jugar de muchas maneras”.
Lo único que hay que hacer es añadir un poco de magia a la realidad. Eso demuestran los relatos de El corazón en la pupila, que reúne tanto textos recientes como de hace años, con el hilo común y principal de la fantasía, del pellizco imposible: “Una fantasía -aclara Pablo Fernández Barba- no de princesas y ogros, sino de formar situaciones diversas, inverosímiles, a partir de situaciones cotidianas y jugar con ellas”.
Apunta el escritor que, para él, el relato es un género por sí, no una plataforma de aprendizaje o de paso a otros: “Aunque sí es cierto que la novela es un reto bastante sugerente para cualquier persona que escriba. Pero no me importaría en absoluto ser un autor sólo de relatos, como no me importaría un día probar con la novela”.
En el caso de El corazón en la pupila, los relatos se vieron desde el principio como textos de gran carga visual: por eso los editores (Maclein y Parker) sugirieron incluir ilustraciones en el volumen, que presenta una muy cuidada edición, “con la que estoy encantado -prosigue el autor-. Yo ya había coordinado las antologías de Cuentos Mínimos y Relatos Mínimos, también ilustradas, y en cuanto surgió la posibilidad, me encantó. Por nosotros, de hecho, hubiera tenido más. La dibujante, María Torres ha logrado captar el matiz onírico, fantástico de las historias, a veces con tono de pesadilla; otras, más poético”.