Despacio y en silencio. Sin que nadie se entere.
Escondido ante los ojos de todo el mundo.
Ropa de camuflaje para la gran ciudad donde hasta la ropa miente.
Sin que nadie se entere voy avanzando por caminos
ocultos entre la maleza del asfalto y el cristal,
llenos de minas que terminan explotando
en forma de amenazantes convenciones
que amputan sentimientos.
Echo de menos los sitios que ya no son.
Flaqueo a veces, lo confieso, y pienso
que esas conversaciones son verdades y no balas
y que puedo hacerlo. Que puedo con todo.
A veces flaqueo…
Pero sé muy bien cuál es mi misión.
Voy armado hasta los dientes para lograr alcanzar la base.
Después de arrastrarme durante décadas de clima extremo
lamiendo mis heridas, guardando las formas
sediento de tanto.
Por fin se acerca.
Sin que nadie se entere.
El apocalíptico final deseado entre las sábanas de mi amante.
Por Rosa Montero Glz.
Muy bueno Rosa! Me ha parecido ver cine negro en tu poema. Me ha encantao!
Que bien que te guste, Davor. La idea de base, desde luego, es muy negra 😉
Gracias!
“Flaqueo a veces, lo confieso…” Qué delicia, Rosa. Gracias!