No quería sacar llamadas al aire porque resulta que cualquier loco dice lo que sea con tal de escucharse, es como los comentarios en las redes sociales, está instalada la idea de que todo el mundo debe opinar sobre todo y se generó un impulso sobre el debate, como si fuera un designio inevitable tener opinión sobre todo y peor aún, como si, de forma obligatoria, todos tuviésemos que escuchar lo que dicen los demás. Parece ser que sobre todos los temas (todos), hay que tener una posición y no solo eso, hay que compartirla, y por si fuera poco, defenderla, y estar seguro además, es impensable dudar, o cambiar de punto de vista. Pero al director de la radio le encantan los debates, y que la gente llame y ser trending topic, y si se genera una discusión, mejor. Accedí porque el otro día vino el actor este, tan famoso, que contó lo del muro, y me sembró la duda. Resulta que se mudó a una casa, en el patio de atrás tenía un muro y nunca salía porque estaba seguro de que estaba lleno de paparazzi del otro lado, y luego imaginó que sus miles de fans harían guardia agazapados ahí atrás, hasta que una tarde, de pura curiosidad, se puso unas gafas y un sombrero, y así, medio disfrazado, se acercó al muro, trepó, miró y no había nadie. Esa imagen del tipo, solo ante su ridículo ego, me hizo pensar si más allá de mi micrófono no pasaba algo similar, si cada noche le hablaba a la nada, si estaba solo… Y accedí, dije que a partir de esta noche podíamos sacar llamadas al aire, en directo. Y en cuanto lo dije y puse el primer tema musical, me puse a esperar, el operador miraba los botones, el cristal, su móvil, y notaba que de costado esperaba que sonara el teléfono. Volví a hablar, e insistí en que podían llamar y plantear un tema para debatir conmigo y con los miles, cientos, de oyentes que en esa noche lluviosa seguro que estaban al otro lado de las ondas, sin censura, fútbol, política, cotilleos, y por fin… tenemos la primer llamada, el primer oyente que rompe el hielo y se anima a llamarnos al 954 310247. ¿Sí, con quién hablo? Hola, soy yo. Disculpe señora, buenas noches, dígame su nombre… Soy yo, tu madre… Gracias por su llamado señora, pero está confundida, está hablando con… Yo sé con quien hablo, soy tu madre, ¿ya no reconoces mi voz? El operador me miró con cierto reproche. Señora, discúlpeme pero mi mamá falleció hace cinco años. Hubo un sonido de estática. Ruido blanco. Esta vez fui yo quien miró al operador con fastidio. Iba a continuar hablando, lo bueno de la radio era que un tema musical iba a dejar en el pasado… Soy yo, ¿no reconoces a tu madre? ¿Sabes lo difícil que fue llamarte? La situación estaba a punto de ser insoportable… ¿No tienes nada para decirme? Lo cierto es que no, en caso de que fuera verdad no se me ocurría nada para decirle. No era nada nuevo, durante los últimos años de su vida tampoco le había hablado mucho, me resultaba difícil porque sus últimos años habían sido marcados por la demencia. “Vete, corre”, me repetía en su delirio, cada vez que la visitaba. El operador me miraba serio, expectante, supongo que esperaba alguna pista sobre si había reconocido la voz. Hagamos lo siguiente, señora, vamos a suponer que es quien dice ser, ¿tiene algo para decirnos? “Vete, corre”, gritó la voz. Me quedé congelado. “Hijo, ahora, vete, corre”, gritó la mujer desesperada. Lo siguiente es difícil de explicar, fue un reflejo, algo irracional, simplemente salí corriendo, me levanté, mi silla cayó hacia atrás, abrí la puerta del estudio, todo en un segundo. Quizás también por reflejo el operador salió detrás de mí, no sé qué habrá pensado, pero al verme salir disparado vino empujado por el grito que sonaba en los altavoces “Vete, corre”. Bajamos a la planta baja saltando escalones y una vez en el hall del pequeño edificio de tres plantas donde estaba la radioemisora, nos detuvimos en la calle, resoplando, sin hablar. Cuando recuperamos el aliento, el operador me miró como para pedir explicaciones y fue entonces cuando se escuchó la primera explosión, miramos hacia la ventana del estudio y otra explosión escupió una lengua de fuego haciendo saltar los cristales.
Nota del autor: En enero del 2015 la FM 90.5 Rivera sufrió un trágico incendio por un escape de gas y posterior fallo eléctrico, el edificio quedó seriamente afectado, las instalaciones de la radio fueron destruidas por completo. Milagrosamente, el personal resultó ileso.
Por Joaquín DHoldan.
Me encanta el relato. Cómo has generado el ambiente, cómo se ha desarrollado hasta el clímax. Te felicito. Tus cuentos son magníficos
Gracias amigo! Significa mucho viniendo de vos.
Excelente, Joaquín. Un relato redondo, cerrado y completo.
Formidable texto, Joaquín; felicitaciones!! Es totalmente creíble que tu vieja te llamara para decirte algo tan sencillo… ja, ja…!!
“la droga más dura es la realidad”..quién lo dijo?