Llevo toda la vida mirando, desde el pie de la montaña,
arriba. A la cima. A lo más alto.
Llevo toda la vida pensando, desde el pie de la montaña,
que arriba están todos. Que allí ocurre todo.
Llevo toda la vida comiendo, sentada al pie de la montaña,
las sobras que dejan los atletas antes de subir. Abajo.
Llevo toda la vida bebiendo, sedienta al pie de la montaña,
las gotas que deja el rocío por la mañana sobre la hierba. Abajo.
Llevo toda la vida esperando, desde el pie de la montaña,
que se haga de noche para que todos bajen. Conmigo.
Pero arriba nunca es de noche.
Arriba, donde están todos, donde ocurre todo.
Arriba, donde hay comida de sobra y nadie tiene
sed.
Arriba. En la cima. En lo más alto.
Habría sitio hasta para mí… si me atreviera a subir.
Por Rosa Montero Glz.
o si te dejaran
Imagínate una vez arriba que no te encuentras más que con otros pies y otro monte por escalar.
Un saludo
Me gusta eso que dices Víctor, convertir en anhelo en un bucle tiene mucho que ver con cómo vivimos en realidad y, al mismo tiempo, tiene que ver con la lucha constante… Gracias por tu comentario 😉
Pura psicología humana.
Trascendente y patética.
El mejor polvo es siempre el que no hemos echado.