Cuando está bien arriba y me ilumina
como un foco
comienza todo.
Mis dulces cabellos de miel
se transforman en serpientes
que tientan a inocentes
con manzanas cargadas de pecado.
Mis tiernos labios de fresa
se tornan llamas implacables.
Mi suave piel de melocotón
se cubre de pústulas y, luego, costras.
Mi voz no articula sino desgarradores aullidos
mientras desgarro también con mis colmillos y mis zarpas
todo lo que se pone en mi camino hasta llegar al fondo y desnudar
al miedo oculto al final.
Y cuando está bien arriba y nos ilumina
como un foco
nos convertimos, el miedo y yo,
en luz.
Por Rosa Montero Glz.
Tiene un aire a poesía clásica grecolatina que me ha encantado. Felicidades!
Desde luego sí que he recurrido a influencias del pasado… aunque lo sitúo más bien en el modernismo. Eso es lo chulo de escribir, ver cómo cada uno lee una obra diferente 😉
¡Gracias por tus palabras Pablo!
Muy bueno Rosa! Gran final, uf!