Buenos Aires 25/04/1945
Querido Allende, soy María Iribarne, aunque eso ya lo sabe ¿verdad, esposo? Y te descubro una buena nueva, seré o habré sido (quién sabe lo que el bueno de Hunter tardará en leerle esta misiva) asesinada por el pintor Juan Pablo Castel.
Lo sé, como sé que la marea subirá de nuevo tras abandonar la playa o las flores volverán a brotar en primavera. A usted la vida le privó del sentido de la vista y con él se llevó el de la observación. La de mi engaño, mi infelicidad a su lado.
Usted es mi hermano Allende, no he deseado nunca su sexo, ni olido su piel de hombre. Quise y he querido cuidarlo y en el camino le hice daño. El daño de no conocerme, de no saber quién descansaba cada noche en su cama. De los gemidos bien fingidos, de las palabras de pasión pronunciadas pensando en otro. O en otros.
Mi Allende, mi buen y paciente Allende, no sé por qué le vomito esto. Por qué no corro hacia la estancia a ser arropada por los brazos de mi amante primo Hunter. Sí, Allende, él ha sido sus ojos hacia el mundo y un caníbal para mi cuerpo.
Tiene usted suerte de no tener que parar la lectura por tener los ojos bañados en lágrimas. Tiene suerte de no ver, de no verme. He vagado perdida. Buscando escenarios en los que sentirme cada vez más vacía.
Hasta ese día. El día de la mujer del cuadro. Caminando por la ciudad, hallé abierta a deshora una exposición del pintor Juan Pablo Castel.
Sí, Allende, soy María Iribarne, la mujer asesinada en sus manos. Aunque todos me mataron un poco. Usted con su sonrisa de ciego, Hunter con su ansia devoradora, Juan Pablo precipitándolo todo.
Entré en la sala con la cabeza abombada por el calor. El cuadro La mujer y el Mar guardaba una posición extraña. Escondido. Como yo me escondía. Colgaba en una pared exageradamente pequeña para la magnitud del lienzo. Por eso me acerqué.
Lo que vi desconozco si surgió de mí o lo puso Juan Pablo en sus palabras y en mi mente. El desasosiego que produce el mar visto desde una ventana. No ver la cara de la mujer, no saber si era bella o no, si lloraba o reía, si el mar le producía sosiego o castigo. Todas esas preguntas como una madeja. Madeja de hilo fino que Juan Pablo tomó en sus manos y desenrolló dejando una guía para que los siguiera por su túnel oscuro. La vida que él vive, encerrado en sí.
Al final estaba él. Con su gran vacío, esperando a ser llenado por mí. Buscando las respuestas que nunca tuvo. Con su gran figura de metro noventa. Monstruosamente muerto en vida. Y le decepcioné, no puedo ofrecerle respuestas. Ni siquiera preguntas. Soy una ficción inflada por vosotros, los que me amáis. Sin freno, ni conjeturas y yo, yo os odio, Allende. Violentamente. Habéis forjado otras en mí. Ya no me reconozco, no sé quién soy. Podría ser esa mujer que mira por la ventana y no tener ojos en las cuencas.
Ahora me siento a punto de descansar. Espero el final casi alegremente.
No sé si me buscará con un cuchillo o decidirá prenderme en balas, pero sé, lo sé querido Allende, que estas son las últimas letras que le escribo y que Hunter le lee.
Decirle que le quiero sería lo más fácil en este momento, pero no sería justo. No, no le quise ni quiero, pero fue imprescindible en la construcción de mi camino.
Nunca suya.
María Iribarne.
Hunter tira la carta al fuego. Quisiera quemarse también él, pero no encuentra salida ni grieta en su túnel privado. Allende, fuera de sí, corre dando tropiezos hacia el despacho de la estancia. Un disparo seco se resuena en muchos metros alrededor y llega hasta el mar perdiéndose entre las olas, como la mirada de la mujer del cuadro.
FIN
Por Gema MO.
Donde termina Sábato y donde empieza Gema MO…. Maravilloso relato Gema, tal y como nos tienes acostumbrados
Sí que ha tardado en publicar, ha valido la pena, te envuelve desde el primer momento, y es una historia corta pero intensa, muchas gracias, esperando el próximo relato, un saludo
De nuevo un relato diferente y original. La espera merece siempre la pena.
¡¡De nuevo me impresiona!! Increíble la intensidad emocional que transmite, la intriga y por supuesto como se resuelve. Gracias por compartirlo con nosotros.
Me encanta, ha merecido a espera. Me trasladas a otro sitio y me doy cuenta que es lo que tiene que pasar..
Gracias.
Fantástico relato, te atrapa desde el primer momento y el final toda una sorpresa. enhorabuena Gema.