Fer, despertate, yo, ¿quién va a ser?, por la ventana, oíme, me colé en la inuguración del club de golf, ¡el club de golf!, el de atrás del Cerro, pasando la playa, yo te dije que era rarísimo que pusieran ahí algo así y en nuestro barrio, entonces fui hoy de tarde a ver quiénes estaban en la vuelta, eran todos extranjeros, seguro eran de afuera porque no había seguridad, no la que debía haber, yo entré como si nada, me puse a recoger pelotas por el camino, mirá, te traje una, viste qué dura, la abrí y debajo de la cáscara está llena de gomitas elásticas, bueno, el caso es que depués agarré una escoba y hacía que barría, nadie me preguntó nada y llegué a un salón cetral y me metí en una pequeña habitación llena de palos, mi plan era llevarme algunos y luego lo mismo los podía vender, o yo qué sé, no, nene, no robé nada, no vas a creer lo que pasó, me quedé quieto ahí, medio dormido, hasta que se hizo la noche, se llenó de ricos, parejas, tipo película, vestidos brillantes, trajes, muchos japoneses, uno que cuando entró le aplaudieron, yo miraba desde lejos, había una cortina y con la puerta entreabierta, estaba medio ahí, que me iba o me quedaba cuando apareció una mujer, yo qué sé, cuarenta o menos, viste que a esas mujeres no se les puede saber bien la edad, no era un piba, pero tenía un cuerpazo, era súper rubia, y era así, muy elegante, todos la saludaban, estaba con un viejo, era el marido, se ve, porque la presentaba, y todos le hacían reverencias y caras de asombro y ella seria, como superior, no sé si me explico, pero pará, no me vas a creer, en un momento mira la cortina y se acerca caminando firme, cuando todo el mundo está en otra, y se esconde y se pone a llorar ahí atrás, y yo no me quería ni mover, pero la vi tan angustiada que le pregunté si estaba bien y la mina no se asustó, ni me delató, se metió ahí conmigo y se desnudó, te lo juro, hermano, hicimos de todo en un rato, todo lo que pude, todo lo que se me ocurrió, olía rico, era suave, nunca había conocido una diosa así, loco, te lo juro que ahí mismo contra la pared y sin cuidarnos ni nada, se ve que se calentó conmigo, yo estaba en una nube, pero llegué a ver que cuando estaba en plena historia la mujer sonrió, por primera vez, tremenda sonrisa con dientes blancos, y luego se vistió y salió en silencio, y el marido estaba buscándola y le siguió presentando gente, y yo me quedé ahí, con tremendo olor a sexo, como drogado, hasta que se fueron todos y pude salir, pero lo que te quería decir era que viste que nosotros hablamos siempre de lo bueno que estaría ser millonarios, bueno, Fer, ya no estoy seguro, yo no quiero ser como ese tipo, ni tener una mina así, que tenga esa cara conmigo y que tenga que revolcarse con un pibe desconocido para sonreír.
Por Joaquín DHoldan.
Exelente relato Joaquin yo trbajo seguido en el club de golf del cerro y t imaginaba detras de las cortinas mientras leia el relato cuando vengas a montevideo estas invitado .Esta vez entras x la puerta principal y vas a ser reconocido como lo que sos uno de nuestros mejores escritores contemporaneos la invitacion esta echa abrazo
Me ha impresionado.
Magnífico relato.
Estupenda historia mejor contada. Me ha encantado.
Me encanta, tu relato, yo no estuve nunca dentro del salón de club de golf, pero si iba con un grupo de amigos de la adolescencia a correr a la playa del cerro y nos colabamos por los tejido. Nos encantaba rodar por el césped que parecía una alfombra verde, juntábamos las pelota que por allí encontrábamos y las contábamos, así como vos. Tirados en el pasto, mirando el cielo nos quedábamos descansando hasta que venía el vigilante y nos corría. Pero nosotros regresábamos días después, nos divertía. Lindos recuerdos de aquellos tiempos en el Cerro.
dios qué bueno, tío. Literatura pura. Qué ritmo, qué palpable todo. No sé por qué me he acordado de Los buenos servicios de Cortázar, será por el acento y por esa mezcla de ricos con pobres y las distintas visiones de una fiesta… Enhorabuena!!!
Mucho ritmo y una gran idea de fondo. Enhorabuena.