Uno.
Dos.
Tres.
Hago una lista de los días que faltan
por venir para que se vayan ya.
Aquí dentro huele a moho y humedad.
Esta maldita bola me hiere el tobillo y
me ancla a este cielo cubierto que
alguna vez tuvo una estrella llamada sol.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Tacho días de la semana y quemo pequeños
colibrís ciegos para darme calor.
En la oscura penumbra siempre hay algo de luz,
tú y yo lo sabemos, ¿verdad?
Siete..
Ocho.
Nueve
La vida se evapora como una lluvia fina
que acaba muerta sobre la cloaca.
Mi estómago lleno de ranas se ahoga.
Las orugas ocupan mi boca, ya no hay dientes.
Diez.
Olvidar.
Renacer.
Por Raquel Egea.
Muy bueno Raquel! Lúgubre que huele a cuento de Poe, pero siempre hay algo de luz, ¿no?
Gracias, compañero! Sí, eso es. Aunque la espera sea larga y no acabe de llegar lo deseado, siempre hay un pequeño fogonazo de luz. Un abrazo