En la pausa olvidada de las 7:39
de nuestras sonrisas,
atrévete a explicar la razón,
en mitad de la avenida
—12 grados, cielo morado, vencejos negros—,
inmersos en el descenso de las gotas de metal.
Atrévete, de paso, con esas mismas sonrisas,
a los pies de la escalera mecánica,
mientras en la casa del gusano
los silentes ascienden
cargando los pétalos caducos de sus rostros.
Descúbremelo todo para que —por fin—
consigamos reírnos juntos y en libertad
de la humana incapacidad
de conservar,
al menos,
un empate a cero.
Por José Pedro García Parejo.