Cómo resolver la ecuación de tu mirada,
cómplice, esquiva, ausente, profunda;
de tu sonrisa,
cálida, misteriosa, traviesa, seductora;
de tus manos,
suaves, hirientes, aventureras, curiosas.
No tengo la respuesta para esta ecuación,
ni quiero encontrarla;
me gusta vivir en la incertidumbre
de no saber qué vendrá,
disfrutar del día a día
sin despejar las incógnitas.
No quiero caminos fáciles,
prefiero luchar,
y que me eleves al infinito
de tu máximo exponente,
encontrar nuestro común denominador,
y si algún día,
por x o por y
nos damos cuenta
de que lo nuestro no eran los números,
no te preocupes:
siempre nos quedará la poesía.
Por Sonia Macías.