Cuando aparece
por mi espalda y de frente
se me niega como el sol
estira desde su orilla un dedo
prolongación de cuerdas mayores
encerando mi frente
y calculando con sus labios mi
racimo de dudas.
No ha venido para quedarse
y ya no piensa en irse
multiplicando mis ojos como peces
se perturba sola entre las sombras
y se ovilla como burbujas de cieno
para satisfacer de brillos a quien sabe
que será sobrevivido por ella.
Por Javier Montiel.