¿Qué estamos haciendo?
¿En qué momento dejamos que pasara?
Se nos va de las manos
este soga tira que no cesa,
sin dejar que cicatrice la herida.
Porque yo dije,
tú dijiste
nosotros nos dijimos.
Subidos al tren con trayecto Expectativas – Decepción,
las razones para quedarnos
se evaporaron y condensaron,
cansadas de ser ignoradas.
Rompe mis esquemas
con otra de tus falacias,
acaba con la última de mis células,
que tus brazos, una vez mi hogar,
ahora son mi alambre de espinas.
Extraños a los ojos del otro,
te miro y ya no sé a quién veo,
he dejado de buscar en tu mirada indiferente
al que fuiste un día.
Con la respiración entrecortada
intentando destruirnos mutuamente,
recompensa para el que aseste el peor golpe,
así duele menos la caída.
Líquido tóxico en nuestras venas,
del resentimiento acumulado alfabéticamente,
hasta que el corazón se acelera
y se disparan las palabras;
palabras,
demasiado tarde para retirarlas,
que nunca creí que me oiría decirte,
no a ti.
Pero espera,
no podemos acabar así,
puede que aún quede un resquicio de sentimiento
que nos impida hacernos más daño,
porque en el fondo sí que llegamos a querernos,
y aunque esos recuerdos estén cubiertos
por una niebla cada vez más densa,
recuerda que existió,
solo que ha llovido tanto desde entonces
que nos ha llegado el agua al cuello.
Cerremos la puerta,
ni tú ni yo,
dejémoslo así:
Empate a cero.
Por Sonia Macías.
Beautiful. And true.