Amanece. El sol empieza a aparecer por el horizonte y el cielo se tiñe de arrebol. Con esa luz que, en realidad, ha nacido hace ocho minutos largos. Todo comienza. Un día más, uno cualquiera, uno como otros tantos a lo largo de la historia de este planeta en el que todo acabará en la fauces de los gusanos.
Precisamente en ese momento en el que el día empieza, un gusano de esos de los que hablábamos sale de su minúsculo e insignificante huevo. Es uno de los miles de millones de gusanos que nacerán hoy en todo el mundo. Pero este es el único que está naciendo a la vez que nace el día y por eso es especial. Aunque él no tiene la más mínima idea de ello y nosotros tampoco vamos a darle mayor importancia, porque en el fondo no es más que una simple casualidad.
A algo menos de un kilómetro de allí, una ex-oruga rompe su crisálida, comenzando su vida como mariposa, naciendo a la vida de nuevo tras su muerte de días atrás. Estira sus nuevas alas, sus antenas y, tras comprobar que todo en su derredor está tranquilo, echa a volar. Deja atrás las ramas, las hojas verdes a medio comer, junto a las que su anterior yo construyó el capullo ahora roto. Sale del árbol y sobrevuela los bancos del parque iluminados por los primeros rayos del Sol.
Sentados en uno de esos bancos, Sandra y Ricardo se dan un beso después de pasar la noche hablando y riendo. Es su primer beso, el primero de cientos, el primero de miles. Ambos se dan cuenta de que algo está naciendo esa mañana, a la vez que el día que está empezando. Notan que el Sol está calentando su piel. Pero no se percatan de la mariposa que pasa por encima de ellos, ni del gusano, de todos los gusanos que nacen debajo de ellos, en los árboles que les rodean, junto al lago frente a ellos…
La escritora se acaba de sentar en su estudio, frente a la ventana. Orientó la mesa así para que entrara la mayor cantidad de luz posible. Desde allí, con su taza de café recién hecho en la mano, que la ayuda a despertar, puede ver el parque y a la joven pareja que está sentada y besándose, y a la mariposa que se acerca al cristal y revolotea un poco delante de ella. Vuelve la mirada a la mesa, a la hoja en blanco. Y una idea nace…
“Amanece. El sol empieza a aparecer por el horizonte y el cielo se tiñe de arrebol…”
Por Juan Antonio Hidalgo