Su amor no sobrevivió al tiroteo de decepciones. La quería. Lo supo la primera vez que la vió apoyada en la pared, sujetando con gracia un cigarrillo. Sus labios se curvaron, y de ellos salió una nube de humo que se elevó hasta perderse en la noche. Cuando terminó de fumar, volvió a entrar al concierto de la banda que los uniría. La quería, a pesar de que ella le dijera que era de otro también.
Verla tendida en la cama, las curvas de su cuerpo recibiéndolo cada fin de semana. No podía soportar la idea de que otro estuviera en los mismos sitios que él disfrutaba. Por la mañana preparaba café para dos, mientras la escuchaba cantar en la ducha. But I still haven’t found what I’m looking for. Cada domingo ella salía del apartamento, dejando atrás vapor de ducha, media taza de café frío y un corazón herido.
¿Llegaría el día en que ella no tuviera que irse más? Incierta, la vida del amante. ¿O era el otro el amante?
Con el tiempo ella le pide distancia para pensar en una decisión que siempre estuvo tomada. Se volverían a ver, le aseguraba, cuando todo estuviera en su lugar, y ella pudiera contentarse con el calor de una sola cama.
Ha pasado un año ya , y vuelve a querer saber de ella. 365 oportunidades para empezar de nuevo, pero su vida ha estado entre paréntesis desde entonces, observando como mero expectador.
Ahora espera en el coche antes de ir a trabajar, aparcado frente a una casa que no es la suya, pero en la que fue muy feliz intermitentemente. La ve salir con él. Pequeña banda dorada en anular izquierdo. Siempre le había dicho que no le gustaba llevar anillo. Van sacando bolsas y metiéndolas en el coche, dejando con especial cuidado, algo más grande en el asiento de atrás. Su bebé.
Solían jugar al ajedrez en tardes de lluvia. Otro jaque mate. Quizás este fuera el peor de todos. Los ve salir en el coche, rumbo a un día más en la vida de otra familia cualquiera.
Queda inmóvil, inmerso en sus pensamientos. Como por acto reflejo, aprieta los puños con fuerza, para no dejar escapar las últimas gotas de esperanza albergadas tanto tiempo, que ahora escapan desbocadas, mientras en la radio suena de fondo Where the streets have no name.
Por Sonia Macías.
Me ha gustado la precisión narrativa que se percibe a través de oraciones breves pero con gran carga descriptiva, sumado a la fotografía que hace narrador de los distintos puntos de vista de los personajes, y los giros en espacio y tiempo que hacen de este un texto quasi fílmico. ¡Mi enhorabuena!
Bienvenida a la cabaña, Sonia.
Magnífico relato como comienzo.
Mercedes y jahidalgo, ¡muchas gracias! Me alegro de que os haya gustado 🙂 ¡Encantada de estar aquí!