El día en el que Don Raimundo Iroxia Da Fonte puso pie por primera vez en el Congreso de los Diputados tuvo una sensación de congoja. Cuando el bedel le abrió el portalón sintió un escalofrío que le recorrió la espalda y se le pusieron los vellos de punta paseando por esos largos corredores, tan alfombrados y tan llenos de cuadros y de bustos de gente importante. Aún podía pasar algo, qué sé yo, se dijo para sus adentros; una suspensión cautelar, un mandato de la Junta Electoral Central, algo del tribunal de La Haya. Lo que fuera antes de enfrentarse a esto. Es terrible, pensó. Cómo me he metido en este lío.
Llevaba varias semanas sin dormir. Casi un mes. Aunque, en realidad, se enteró bien tarde. No fue hasta el miércoles cuando alguien que pasaba por allí se lo dijo: «¿Sabes que habéis ganado?» Eso preguntó aquel tipo. «¿Qué me dices?», respondió Raimundo, «si yo ya no llevo cupón, y la primitiva se rifa los jueves». «No, hombre, que no es eso, que habéis ganado las elecciones.» ¿Las elecciones? No, eso no podía ser. ¿Qué es lo que habían ganado? ¿Unos cuantos votos? ¿Acaso un diputado? Entonces se acordó que él iba el primero en la lista.
Lo eligieron porque sabía hablar bien. Por eso, y porque era poeta. Lo de llevar ovejas de un sitio para otro te deja tiempo para pensar, y Raimundo, un buen día, decidió coger un cuaderno y un lápiz. Por aquello de escribir cosiñas. Sus versitos eran cuidadosos, coquetos, con cierta gracia. Aquellos que decían «mira esos ojos de Ourense / que me miran sin vergüenza / como me sigas mirando / voy a ponerlos pa Cuenca» tuvieron cierta repercusión en la comarca. Llegó a ganar el Recital de Viana do Bolo, consistente en una placa, unas vieiras y un vale de descuento para el economato, y desde entonces la gente lo saludaba cuando entraba en el pueblo. Aunque eso no ocurría a menudo, y es que lo de llevar el ganado de un sitio para otro requiere dedicación completa.
Total, que aquel miércoles post electoral no se lo podía creer. «A ver, rapaz, ¿qué es lo que hemos ganado?» «Pues las elecciones. ¿No te has enterado?» «Pero eso cómo va a ser, a ver, explícate.» «Pues que los demás partidos, ya sabes, los que van con corbata. Pues que metieron la pata. Han hecho algo mal, un no sé qué de las firmas, y están todos destituidos.» ¿Destituidos?
En efecto, los integrantes de una de las ramas más radicales de Anonymus habían descubierto un error de forma, un fallo menor, pero claramente ilegal, que los partidos políticos habían estado cometiendo desde el principio de la democracia. Listas mal configuradas. Algo de unas firmas. Total, que prácticamente todos ellos, todos esos partidos, habían sido eliminados dos o tres días antes de la jornada electoral, con lo que los votantes habían tenido que decidirse entre las tres únicas agrupaciones que cumplían a rajatabla la ley: Liga Carlista Tradicionalista de las Vascongadas Navarras, Partit Comunista de les Terres del Sud de Castelló y Unión Ourensana para a Defensa da Cañana Real. Al final, con un 0,17% de los sufragios, estos últimos habían conseguido doscientos veintisiete escaños, seguidos por un empate técnico entre los dos primeros que los situaba en la oposición con 62 y 60 diputados, respectivamente.
Así que, cuando Raimundo subió por primera vez al estrado, se encontró con un dilema. El único punto de su partido, al que, todo hay que decirlo, había decidido unirse porque su cuñado, boticario de Vilariño de Conso, lo había convencido después de dar buena cuenta a varias botellas de albariño y unos queixos de tetilla de San Xoán de Río, consistía en la pedir a las autoridades pertinentes la restauración de la antigua Cañada Real que unía la comarca de Viana con las provincias de León y Zamora, y que tan bien venía para cuando el invierno aprieta y el frío escuece a los borregos. Ese era todo su programa político. Y él, Raimundo Iroxia Da Fonte, al que con los años se le antepondría lo de Don, tenía que defenderlo en vistas a que, claramente, iba a ser elegido Presidente del Gobierno. Con mayoría absoluta.
Total, que estaba hecho un flan. Tan nervioso que, subido al atril, con las cámaras de todo el país y, hay que decirlo, de toda Europa y de medio mundo, apuntando directamente a su rostro, le entró un retortijón de vientre, que es lo que le pasaba cuando se ponía de los nervios, y se tuvo que agachar del dolor. En ese momento, un bedel, que pasaba casualmente a ponerle el agua, se le acercó y le dijo: «¿Está usted bien, señoría?» «Es que no sé qué decir», respondió Raimundo. «Bah, no se preocupe. Usted habla bien. Lo he oído en los pasillos. No se inquiete, diga cualquier cosa.» «¿Cualquier cosa?» «Claro, lo que se le ocurra. Total, eso es lo de menos.» «¿Pero no quedaré como un tonto?» «Qué va, hombre. He visto pasar por aquí a personas mucho más ignorantes que usted. Es cierto que cualquier cosa que usted diga generará debate; habrá quien esté en contra y quien esté a favor. La oposición lo criticará, pero seguro que muchos tertulianos lo apoyarán. Y la gente de la calle lo admira. Por su condición humilde, y porque usted es poeta. Ya sabe, al pueblo le gusta lo de la cultura». «Pero, ¿y lo de la economía? ¿La crisis, la industria? ¡El paro! Lo de Europa, los conflictos armados… ¡y el separatismo! Los sindicatos, las huelgas, los islamistas esos… ¡y la reunión con el Presidente de Francia, que me la han puesto para la semana que viene! Y… y…» «Bah. Paparruchas. Usted diga a todo que sí. O que no. O lo que le venga. Las cosas, al final, se arreglan solas. Créame, llevo veintisiete años en esto.»
Seis legislaturas. Cuatro con mayoría absoluta. Dos recesiones y tres periodos expansivos. Siete conflictos internacionales, ocho referéndums, tres intento de asesinato y uno de golpe de estado. Veintitrés años de carrera política que comenzaron con ese buen consejo. El afable Don Raimundo Iroxia Da Fonte, el estadista más grande que ha dado este país. Una pena que lo pillaran con aquella vedete. Décadas más tarde, sesudos estudios de politólogos concluirían que, si su amante no llega a ser travesti, probablemente lo habrían reelegido. Y con mayoría absoluta.
Por Ignacio Moreno Flores.
Grande paisano. Listón alto para empezar!! Tema jodido y lo has bordado
Un relato muy entretenido y por supuesto de gran actualidad en los momentos actuales por los que pasa la política española
Además subyace un gran sentido del humor por lo que lo hace más interesante junto con una crítica profunda a la política actual
Qué trama más interesante! Felicidades
Maravilloso…
Al igual que en el anterior. La puesta en escena es magnífica, parece que estamos en ese terreno del subconsciente entre el despertar y el sueño. Echo de menos la descripción de los personajes…. Que hace difícil que nos identifiquemos con ellos.
Muchas gracias por vuestros comentarios que animan a seguir mejorando 🙂
Al final las cosas se arreglan solas. Muy tú, por muy diferentes que sean tus relatos, siempre te encuentro escondido en ellos.
Mi sincera y cariñosa enhorabuena, por esta vez no habrá cuchillos. No te me acostumbres.
Qué gran sorpresa te llevas al comenzar la lectura. Por el título pensé que me enfrentaba a un relato de una saga familiar con un oscuro secreto o algo así y nada de eso, ¡no he parado de reir! Es divertido, mordaz, con buen ritmo.
¡Magnífico!