MARY JANE
Sus pensamientos le resuenan tan fuerte dentro que, por acompañarlos, comienza a repetirlos mientras prepara la mesa. Inclina su cabeza y se recoge la brillante cabellera naranja con un pañuelo que Bill le ha dado al marcharse.
Bill, oh, Bill. El Bill al que ama. El Bill al que convenció para comprar estas tierras donde ahora se levanta su hogar. El Bill para el que prepara el desayuno con la esperanza de que vuelva.
Empieza por los panecillos de masa fermentada. Los horneó ayer mientras se organizaba la salida. La salida de Bill, la salida sin retorno de Bill… silencia ese pensamiento y lo aparta junto con el rizo que se acaba de escapar del pañuelo.
Mary Jane nunca ha tenido miedo. No lo tuvo cuando su padre murió a manos de los Otoe, ni cuando su madre enfermó hasta consumirse y la dejó sola. Tampoco cuando decidió comprar ganado. «A pesar de mis pechos», eleva la voz. A pesar de ser la única mujer con reses en todo el condado. Pero ahora tiene miedo. Y es frío. Siempre pensó que el miedo ardería dentro, pero sus dedos parecen escarcha recién caída.
Maldice el día que se cruzó con Bobby, lo maldice a él y a toda su familia. La esperó a lo salida del pueblo. Cuando iba caminado con la bolsa de harina y la noche empezaba a cubrir el pueblo con su capa negra. Hicieron falta tres como él para bajarla de su caballo y sujetarla. Habían encendido una hoguera. Bobby se acercó con la yerra de sus reses y le ensució él oído: «Una mujer es una res más». Le quema el costado y el orgullo cuando lo rememora.
A Bill pudo esconderle la herida de la piel, pero no la de su alma. Desde ese día Bill tenía los ojos cuajados de odio. Cuando se concretó el duelo se le agravó la expresión. Bill nunca fue hombre de armas. Estira el mantel. Bill siempre fue hombre da vacas, de blanca leche.
Se le congela el pensamiento. Coloca las servilletas. Saca dos jarras y las coloca una a cada lado de la mesa. Se sienta en la mecedora jugando con un trozo de pan, y espera.
MILK BILL
«Siempre estuviste enamorado de Mary Jane», se dice. «Si mueres por ella, morirás por amor». Se enciende imaginando cómo llegará Bobby. Prepara el colt. Se lo ha pedido prestado a Mary. Él nunca fue hombre de armas.
La recuerda cuando era pequeña y ya la amaba. Corriendo sobre sus largas piernas pálidas, agitando el fuego de su pelo. Y él a rebufo, queriendo ser rozado por el aire que ella levantaba al correr. Siguió llevando leche a su casa cuando su padre faltó. Y también cuando enterraron a su madre, aunque ya no había ni trigo ni monedas para pagarle. Mary Jane dejó de esperarlo en el escalón de su casa para aguardarlo poniendo la mesa para el desayuno. Como la imagina ahora. Pan horneado, jarras para la leche, servilletas que ella misma ha zurcido, por la noche, después de sus largas jornadas en el campo. Aparca la belleza y se dedica a recorrer la herida. Recorre cada curva de esa quemadura y la coloca al lado del rostro de Bobby. Mira hacia donde se le pierde la vista anticipando la llegada. Cierra los ojos y planta bien los pies en el suelo. Siente el galope frenético del caballo que trae la cita con la muerte. Suspira. Nunca fue un hombre de armas. Bobby salta del caballo. Se alejan según lo pactado.
Bill siente el agujero en el pecho antes de que la bala lo atraviese. Con los ojos abiertos y mientras la vida se le escapa a borbotones rojos por la boca, añora el sabor del café de Mary Jane. Al otro lado, sin embargo, lo acompañará el agrio paladar de las venganzas no resueltas y la leche derramada.
Por Gema MO.
Hola, como siempre se queda muy corto el relato, me encantado, muy bueno, esperando el siguiente relato, gracias
Buenas tardes, me ha encantado!!! Y si, también se me ha hecho corto. Hasta el próximo. Un beso
Me encanta el relato!!!
Vuelve a sorprendernos Gema Mo con este precioso “Desayuno frío”!!! Maravilloso relato con unos personajes perfectamente dibujados.
Te quedas con ganas de más 😉
Me ha encantado ❤
Fantástica historia, son de las q te enganchan y cuando la terminas, te quedas con ganas de más. Enhorabuena !!
Cada vez que los leo pienso: “vaya, es mejor que el anterior”. Y esta vez no ha sido menos…..te superas en cada relato, siendo todos tan diferentes. Enhorabuena.