Juan solía escribir cohete
sin hache intercalada.
Él, púber Mcgiver de mente distraída,
destrozaba infinidad de palabras
escribiéndolas con uve.
Asesino de letras, agitador de
maestras y efímero gigoló.
Era como una sombra.
Una alta y pura a la que
solía conceder la libertad
condicional cuando llegaba
la hora del patio.
Cuadernos de escritura incompletos.
Ortografía imperfecta de un
macarra fingido con corazón
de melón.
A Juan le costaba escribir
correctamente cohete con
hache intercalada.
Yo, empollona resignada, me
debatía entre un sobrepeso no
elegido y una timidez pétrea
que aún permanece en el tiempo.
Juan era feliz, yo sueño con serlo.
Por Raquel Egea.
Sólo alguien con una sensibilidad como la tuya, puede escribir los recuerdos de su infancia de este modo. Tienes un don, para mostrar de un modo más bello lo que los demás a veces podemos llegar a pasar por alto.
Por cierto, ese Juan, existió de verdad 😉
Raquel ; felicitaciones , esa forma simple de decirlo y ubicar al lector en ese momento, en esa historia … me encanto !.
Sonia, gracias!!!
Norma, gracias!
Un placer para mi leer vuestros comentarios.