(Para J., que quién sabe dónde parará)
Ayala Pernía, presente. Ayuso Ramírez, presente. Bernabé Cifuentes, presente. Bustos Fernández, presente. Estas cosas unen. Es así de simple, prosaico, lo que tú quieras, pero el Jero y yo estábamos ligados por el orden alfabético. Para siempre. Esa cantinela es de esas cosas que cuando uno pierde la baba y se enajena por la demencia, siguen ahí fijadas misteriosamente, sin remedio. Como los cabos furrieles que hicieron la mili con uno o las alineaciones de los partidos míticos. Además, en el Fray Bartolomé de las Casas todavía nos sentaban por orden alfabético y el Jero paraba a diario a mi lado en el COU. Con sus casi cien kilos y su maquinita de coger apuntes para ciegos y sus camisas pasadas de moda. Porque el Jero era uno más, bueno, uno de los destacados de la clase y, para colmo, ciego desde que a los seis o siete años tuviera uno no-se-qué-de-la-retina, igual que su abuelo por parte de madre o algo así. El Jero había leído El Conde de Montecristo entero y todos los Dumas, sabía latín de Julio Verne y el tío le argumentaba a la Marga (Rodríguez Santos) que el musical de Los Miserables, que él había ido, por supuesto a «verlo», al igual que la Marga (Rodríguez Santos), que se lo había regalado su novio por el aniversario, era «una porquería que ni a los talones le llegaba» a la novela de Victor Hugo. Claro, la Marga (Rodríguez Santos) pues ni la V se sabía de eso y le reía la gracia al Jero, que no era ni gracia ni nada, y ahí se quedaba la cosa. En fin, que esa mole ciega que me daba conversación de vectores y matrices y ciclos de fotosíntesis y casas de Bernalda Alba mientras miraba hacia delante con sus gafas negras a lo Lennon, me trajo un día un VHS «audiodescrito, pero tienes que verla, te vas a partir… Sale la Marilyn, ohh, madre, qué mujer…». Y allá que me endosó Con faldas y a lo loco. «Somelikeithot», me decía el Jero, y se reía bastante de la chapuza de traducción al español del título. «Siempre igual, tú, qué cutres. En catalán le pusieron Ningú no és perfecte, ya verás por qué…». La tuve rodando por la casa varios días, «audiodescrito», «en blanco y negro», «ofú», en fin, que un día me la puse por puro aburrimiento y desde el primer segundo no pude creer lo que estaban viendo mis ojos.
Ayala Pernía, presente. Ayuso Ramírez, presente… En selectividad, claro, el Jero nos quemó a todos y se fue a no sé qué central de la ONCE a Madrid y quién sabe dónde parará ahora con su pastor alemán y sus gafas de Lennon y «tío, Jero, esas camisas que te pones, que no, tío, que no molan nada…». Porque veía todo perfectamente con aquellos ojos estropeados menos la moda. Bernabé Cifuentes, presente. Bustos Fernández, presente. Estas cosas unen, es así de simple, por lo que es inevitable que, después de tantos años, siga saliéndome sola la retahíla de apellidos cada vez que ponen una del Wilder en la tele. Y me resulta tan extraño no escuchar esa voz al fondo «ahora salen a escena unos mafiosos con ametralladoras, tiros mientras los protagonistas se esconden detrás de un auto con sus instrumentos a cuestas, un saxofón y un contrabajo en sus fundas…». O algo así era.
Por Álex Prada.
Fantástico, Alex. Tremendamente evocador.
Exacto, es muy evocador. Es perfecto para ser escuchado. Me gusta esa cantinela de la lista de clase que se repite de vez en cuando y el tema del compañero de pupitre y de lista. Yo estuve doce años al lado de Portas, que ahora trabaja en la NASA el cabrón.