De mi dolor nacen
avispas libres
y un ábaco de azufre,
veneno sulfurado
en cada cuenta de mis lágrimas.
Un suspiro de alabastro
coloniza mi pulso
y siento
al amor desintegrarse
piedra a piedra
en el recorrido de mi sangre.
El sol es un pájaro anaranjado
que no vuela, soñando
con otra vida
en una vía láctea paralela.
Es tan agrio tu beso
cuando amanece el olvido…
como hormigas rojas
sobre aguas
de licuada miel turquesa.
Esta vez la luz
es un presagio sonoro
de la muerte.
Te busco
dentro de mis propias
tinieblas
y sólo encuentro
polvo ácido de mariposas
en la sombra de tu lengua.
[Era tu boca
luna y diamante,
(lirio salvaje de estrella)
creciente llama irisada
(lo estático también se movía
en su círculo protegido del espacio),
alas de nubes migratorias
(los dos universos en una única isla),
efímero choque de noche y alba
(el día era el sueño del mar,
el anhelo de la profundidad
subiendo a la superficie clara).
Tus labios sabían a destino de hadas
(dulce encuentro de flor y rama,
verdad elástica albergando utopías)].
Tendida en la visibilidad de la nada,
suplico un renovado llanto, de nieve,
un invierno de agua,
eterno, en los ojos,
para proteger mis mejillas
del calor inerte de tu caricia
inacabada.
Por Laura Villanueva.
Impresionante.
Felicidades!