A Andreu
Las calles de Barcelona
me miran y sonríen,
al verte tan feliz,
cómplices bajo estos pies forasteros,
me alejan de la ciudad,
pequeño cosmos de ladrillo y asfalto,
y me adentro en las montañas.
Miro al frente
y solo veo montañas,
que observan con aire imponente
a todo aquel que se aproxima,
juegan con el tiempo
y delimitan nuestro espacio,
testigos de historias inacabadas,
¿cómo explicar con palabras?
Hagamos que perdure
y se quede en las montañas,
nos guardan el secreto
de aquello que no queremos olvidar.
Llega a la cima,
libertad merecida,
en silencio vacío
de montaña dormida,
allí arriba encontrarás la respuesta,
que no es triste el camino
si nos gusta lo que vemos al final.
Déjala que te hable,
déjala que te diga,
que ya no tengo miedo
de lo que depare la vida.
Por Sonia Macías.