Se oye la puerta de la librería.
—¡Esto es un atraco! —se acerca al mostrador y agita una navaja que saca del bolsillo del abrigo.
—¡No me haga daño, por favor! —agita las manos y da un paso atrás.
—Pues pórtate bien, guapa.
—¿Qué quiere? ¡No hay casi dinero!
—Abre la caja —señala al ordenador con la navaja—. Pero sin hacer cosas raras, ¿eh?
La librera intenta abrir la caja registradora, pero se le atranca la llave.
—Quita —la hace salir de detrás del mostrador—. Ya lo hago yo.
Forcejea con la llave y abre la caja.
—Vaya mierda de caja. ¡Vaya mierda de caja! —repite revolviendo las monedas con la navaja—. ¿Esto es lo que hay?
—Se lo he dicho, no vendo un libro desde el sábado.
—¡Qué país de incultos! —dice mirando alrededor—. ¿Cómo no vas a vender desde el sábado? ¿Dónde tienes los libros de Bolaño?
—¿Bolaño? Tendría que mirar en el ordenador si tenemos algo.
—¿Cómo no vas a tener nada? Bolaño, Roberto Bolaño.
—No se vende mucho.
—Ah no, ¿y entonces qué se vende?
—La biografía de la Duquesa de Alba, las sombras de Grey.
—¡Qué país de mierda! —se rasca la cabeza con la empuñadura de la navaja—. Míralo, míralo en el ordenador. Pero nada de escribir en el Facebook ese, ¿eh?
La librera teclea Bolaño, señala una estantería y empieza a caminar hacia ella.
—Nos queda algo por aquí.
—Dámelo —va detrás de ella hasta la estantería.
—Los detectives salvajes.
—¿Sólo eso? ¡Y en bolsillo!
—Ahora mismo sí, podríamos encargárselo.
—¿Qué me vas a encargar ni encargar? ¡Mierda de país! ¡Mierda de librería! —sigue rascándose—. Lo habrás leído al menos, ¿no?
La librera niega con la cabeza.
—¿Que no lo has leído? ¿Pero tú que eres, la becaria?
Vuelve a negar y ahora empieza a llorar.
—Venga no llores tanto y lee más. Empieza. Por la primera página —le da el libro y le señala con la navaja— .¡Que yo te oiga!
—2 de noviembre. He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral —respira para contener las lágrimas—. Por supuesto, he aceptado…
Se oye la puerta de entrada.
—Perdona —pregunta el cliente desde fuera, sin entrar—: ¿tienes el libro de Belén Esteban?
El atracador esconde la navaja en el bolsillo, coge el libro de Bolaño de las manos de la librera y sale corriendo.
—Léete esto si tienes vergüenza —le grita al cliente y le da el libro al salir—. ¡Mierda de país!
Por Marta González Villarejo.
¡Buenísimo! Me ha encantado esa manera de darle un giro al clásico atraco. Qué ironía y qué carácter el del ladrón. Felicidades.
Jajaja, me alegro que te haya gustado. La verdad es que me ha resultado uno de los más complicados de hacer… que el género lo llevo regular ;).