Estimado compañero:
No sé si, como yo, te habrás percatado de que, de un tiempo a esta parte, los golpes que sufrimos se han incrementado considerablemente. ¿Qué digo? Seguro que sí, ya que eres tú el que recibe el mayor número de ellos. Seguro que estás harto de quedar como un estúpido ante el resto del mundo. Los dos sabemos que eso no es verdad, que no eres tonto.
Además, no somos buenos ejemplos para los niños. Los padres ven lo que nos hacen hacer y nos culpan a nosotros de violentar las mentes de sus hijos. Ven cómo te quemo con una máquina de hacer gofres, cómo te parto por la mitad con un hacha, cómo te tiroteo; y cómo tú me golpeas, cómo me haces sufrir… Y piensan que es cosa nuestra, que nosotros somos así…
Aunque otros se ríen de los mismos golpes, quemaduras, tiros… de la violencia en general.
No ven nuestras heridas, nuestro dolor, nuestra sangre; no nos ven mientras nos recuperamos en casa. Y no saben que nos queremos. No saben que hacemos lo que hacemos porque nos obligan a ello. Porque no tenemos más remedio.
Por eso te pido ayuda. Ayuda para que, juntos, podamos hacer mayor presión, y enfrentarnos a los que nos dirigen. Hacerles ver que no somos simples marionetas que ellos puedan manejar a su antojo.
Esa es mi petición: que nos unamos, que nos plantemos, que nos neguemos a seguirles el juego. Si es necesario, jamás volveremos a rodar nada más. Que les jodan.
Un abrazo.
Jerry Mouse.
Por Juan Antonio Hidalgo.