14/12/2016. Esquinas dobladas. Enlace del artículo.
«—¡Hola, papá! ¿Qué tal va todo?
—Bien, he estado en el pueblo haciendo la compra —dijo, aunque no disimuló su mal humor.
—Ayer me acordé de ti. —Aquel era el tono que su hijo adoptaba cuando quería darle conversación.
—¿Y eso?
—El gol de Butragueño. Supe que estarías disfrutando. ¿Lo viste?
José se mordió los labios. Estuvo a punto de mentirle, de decirle que tenía razón, que había sido un gol estupendo, pero terminó diciéndole la verdad.
—No lo vi.».
Once relatos, cada uno de los cuales gira alrededor de un gol famoso de la historia del fútbol; once pedacitos de vida a los que nos asomamos con la excusa del gol, pero que no se conforman con quedarse únicamente en el aspecto deportivo sino que lo traspasan y hacen que nos metamos en once historias personales, profundas, complejas y, sobre todo, muy reales.
Lo que más me ha gustado ha sido, sin duda, la caracterización de esos personajes que, cada uno con sus razones y su pasado, ponen sus esperanzas y su ilusión en los partidos de fútbol que el autor ha escogido. Especialmente querría destacar la psicología del protagonista de El dios de las Malvinas (que además es mi relato favorito por ese toquecillo histórico al que nunca soy capaz de resistirme), porque me parece uno de los mejores construidos del libro, con sus reveses y sus lastres que, pese a todo, no le quitan las ganas de superarlo todo y salir adelante. También creo que es un gran personaje el protagonista de El jugador, aunque el relato en sí no me ha convencido del todo porque la historia no tiene una conclusión clara.
Ese sería, en todo caso, el único punto negativo que podría destacar: en ocasiones, los relatos, pese a estar bien construidos en cuanto a la forma en la que se entrelazan el relato del gol y el partido con la historia particular de sus protagonistas anónimos, no llegan a resolver la situación planteada o, por lo menos, no terminan de aportar al lector esa sensación tan satisfactoria de cierre que debería llegar con cada punto y final.
La narración, por otro lado, es en casi todo momento brillante. Los diálogos son muy realistas y me han encantado y me gustaría destacar las descripciones de relatos como Ramírez es demasiado viejo como para volar y el excepcional manejo de la tensión en, por ejemplo, La profecía del gordo Phil. Hay por ahí algún cambio de narrador injustificado, pero nada que te expulse del relato tanto como para renegar de la lectura.
En general, el libro me ha gustado mucho. Ha superado y con creces mis expectativas, que tengo que admitir que no eran especialmente altas porque mi relación con el mundo del deporte es un poco extraña y, por lo general, no suele gustarme ser espectadora. Pero la forma en la que el autor ha conjugado el relato de los goles con las pequeñas historias de los personajes me ha cautivado: pese a no conocer algunos de los goles famosos, he sido capaz de emocionarme con las descripciones de los regates y las fintas de los jugadores, ¡y reconozco el gran mérito que tiene eso! Por tanto, recomiendo encarecidamente este libro: tanto por la parte humana de algunos relatos, como ¡Gol de señor, gol de señor! o Treinta vacas, un gol, noventa años, como por esa capacidad de hacerme querer saber más sobre un tema del que, por lo general, suelo huir. Soy la prueba viviente de que no hace falta que te guste el fútbol para disfrutar de esta colección de relatos, pero creo que, si además es uno de tus deportes favoritos, este libro te va a encantar.