LA FRAGUA LITERARIA LEONESA
Carlos Asensio: “La literatura es una herramienta para devolver al mundo un poco de la belleza que le arrebatamos”
25/04/19. Ileón. Enlace al artículo.
Por Manuel Cuenya.
“Su aparición fue como una exhalación de invierno y de tormenta…
Fue como un puñal de doble vertiente, con un canto afilado que desgarraba la piel y otro que acariciaba los sentidos como una pluma de ave.
Fue como el calor de una fragua y como el martillo de Vulcano: rebosante de pasión, con resquicios de ascuas en el aire. Con fugas de una brisa mortal y deliciosa.
Su abrazo fue como un cortocircuito de las emociones, intenso, precipitado, casi consecuencia de la locura.
Su aliento fue un vaho congelado que heló hasta mis pestañas, con olores de mar y vapores de hipnosis flotando por la sala de espera…”.
(Carlos Asensio, ‘Aparición’, poema incluido en ‘Arder o quemar’)
Autor de libros como ‘Dejar de ser’ o el reciente ‘Arder o quemar’, Carlos Asensio es en verdad una revelación en el mundo de la poesía. Y un poeta a tener en cuenta, tengo esa impresión, en los próximos tiempos.
Llegué a Carlos Asensio a través de la profesora bañezana Sabina Guadián, a quien agradezco que me prestara incluso su primera obra, ‘Dejar de ser’. Y a partir de ahí entré en contacto con este licenciado en Sociología y Ciencias Políticas nacido en Mallorca, si bien es hijo de padres leoneses.
“Tanto mi padre como mi madre ambos son de León, de dos pueblos muy cerca de La Bañeza. Y aunque yo haya nacido en Mallorca, el ser hijo de leoneses emigrados ha hecho que mi educación y mis costumbres hayan estado siempre muy ligadas a sus orígenes –nos aclara–. A esto hay que sumar que, desde muy pequeño, he pasado veranos, Navidades, puentes y otras vacaciones con mi familia aquí, por lo que puedo decir que me siento de esta tierra. Y también viví durante dos años en León capital”.
Por tanto, no sólo es sino que se siente leonés. Y que haya pasado temporadas en Fresno de la Valduerna, el pueblo de su abuela, ha influido enormemente, según él, en su forma de pensar, de estar en el mundo, de crear, e incluso de escribir. Incluso algunos de los poemas de su primer libro tuvieron su germen en esta tierra. “Al final, descubrir y experimentar cómo se vive en el campo, conocer mis orígenes y antepasados o aprender a trabajar la tierra… todo son experiencias que han contribuido, de una manera muy evidente, a generar mi particular visión de la vida, el mundo y la literatura”, señala Carlos, atento, desde que era un adolescente, en gran parte por la influencia de sus padres, de los escritores y las escritoras de León, que también han ejercido influjo en su forma de escribir. Autores imprescindibles -apostilla él-, como Julio Llamazares, Josefina Aldecoa, José María Merino o Luis Mateo Díez. Una lista que, poco a poco, se ha ido ampliando, “especialmente en el ámbito de la poesía, con otros geniales nombres como Luis Artigue, Rafael Saravia, Antonio Gamoneda, Antonio Colinas, o más recientemente, con jóvenes poetas como Óscar García Sierra o Alba Flores Robla. Creo que la poesía escrita en León, dentro de la heterogeneidad, es de mucha calidad y muy original en temas y planteamientos. Deberíamos leernos más”, afirma Carlos, que ve León como un lugar privilegiado para la literatura, otrora y ahora, donde contamos con una cantera poderosa de novelistas, poetas y pensadores, “quizás no siempre debidamente reconocidos, y que deberíamos reivindicar más”.
A menudo la distancia (el tomar distancia y perspectiva) nos ayuda a entender mejor donde vivimos. Y él, que en la actualidad vive en Madrid, es capaz de ver con claridad la importancia de León en la literatura.
Lector apasionado (como buen escritor), comenzó, siendo muy joven, a leer a autores de todo género, época y geografía, “todos dentro de un canon más clásico y tradicional, que dejaron un enorme poso que aún perdura: Homero, Lorca, Vicente Aleixandre, Gabriel García Márquez, Virginia Woolf, Walt Whitman, Oscar Wilde, Baudelaire, Emily Dickinson, Thomas Mann…”. Y en el transcurso del tiempo ha ido ampliando su formación literaria, sobre todo en lo concerniente a la poesía, con escritores tan diversos e interesantes como Murasaki Shikibu, Safo, T. S Eliot, Rimbaud, Rainer Maria Rilke, Alejandra Pizarnik o Rosalía de Castro.
“Luego, en tromba, sin orden ni concierto, y con un ímpetu imposible de resistir, ha ido entrando la poesía contemporánea –sobre todo escrita en España– entre la cual tengo que destacar a poetas como Yolanda Castaño, Ana Rossetti, Gil de Biedma, Miquel Martí i Pol o Leopoldo María Panero”, precisa este creador para quien la vocación por la literatura es algo innato, impensado, “como un fogonazo o una aparición inesperada… siempre he creído que hay una parte inexplicable en el proceso creativo: de repente, un día, aparece en ti la necesidad de escribir, de crear, de dar forma, a través de las palabras, a un mundo interior que se quiere desbordar”. No obstante, reconoce que crecer en un ambiente donde los libros son lo cotidiano –como ha sido su caso– contribuye a dar salida a esta predisposición literaria.
“Las palabras, las imágenes, los símbolos, han formado siempre parte de mi vida. También el uso del lenguaje como herramienta para hacer comprender y para simplificar (o a veces complejizar) el mundo. Utilizar la palabra escrita para hacer sentir, o para revelar al mundo universos que ya existen pero que aún no han sido conquistados (ni descritos)”
(Carlos Asensio)
La poesía como pura autenticidad expresiva
Asegura que la poesía, para él, es un arte idóneo pues recoge todo lo que surge de uno sin necesidad de coherencia; “pura autenticidad expresiva, como un discurso sobre la belleza al que solo necesitamos darle forma… La literatura –y la poesía en especial– solo son herramientas para devolver al mundo un poco de la belleza que le arrebatamos… Escribir poesía es vomitar sentimientos y buscar la belleza hasta en el rincón más oscuro… Escribir nos ayuda a conocernos, a exorcizar culpas y a cerrar heridas”, sostiene el autor de ‘Dejar de ser’ (Chiado, 2017), su ópera prima, que nació, en sus propias palabras, “como necesidad de convertirse en una cosa nueva. De crecer y dejar atrás lastres y viejas rutinas del alma”.
Un libro que causó una grata impresión, con una voz poderosa, existencialista, “muy bien elaborado a nivel conceptual, con una idea sensorial muy potente detrás y un sentimiento muy real soportando sus páginas”, aunque Asensio diga que no representa del todo ya su voz literaria, porque a lo largo de este tiempo, desde la publicación de su ‘Dejar de ser’ hasta ahora, con la reciente aparición de ‘Arder o quemar’, ha habido una evolución, una depuración de su visión de la literatura, de su voz, de su forma de desentrañar el mundo de las palabras, como él mismo apunta.
Y ahora nos obsequia con el deslumbrante ‘Arder o quemar’ (Maclein y Parker, 2019), que, de un modo inevitable, nos remite al dilema existencial que nos planteara Shakespeare con su soliloquio ‘Ser o no ser, esa es la cuestión…’ de su obra ‘Hamlet’. Y nos introduce en un rico universo sensorial, poblado de imágenes sorprendentes, con una gran fuerza, donde aparece el símbolo de la fragua (que por lo demás da título a un bello poema que abre este libro: “El mundo es una fragua donde Vulcano golpea para sobrevivir’) y el propio Carlos Asensio como Vulcano (así nos lo cuenta el prologuista y poeta italiano de Lecce Ángelo Néstore, quien dice rendirse ante la dulce imagen de arder y quemar a la vez), invitándonos a la reflexión acerca del amor/desamor.
“Por establecer una comparación con ‘Dejar de ser’, creo que ‘Arder o quemar’ es una obra escrita desde la imperturbabilidad y el equilibrio, más madura, y también menos pretenciosa. Con un vocabulario más medido y preciso, creo que es un libro feroz, quizá hasta cruel, con menos lugar para la esperanza. Pero también con más espacio para la fuerza cósmica, la alquimia, la mitología: el poder de la palabra”, recuerda Carlos, quien también participa con un poema en una antología titulada ‘Y lo demás es silencio, Vol. II’ (Chiado, 2016).
Cuenta que su segundo libro -que presentará en León el 14 de junio-, es, en parte, una reacción al nuevo mundo artístico que ha descubierto, “un hondo homenaje al contacto intenso con poetas, ilustradores, músicos o escritores –artistas todos– que, con sus palabras, sus voces, sus trazos y sus presencias han ido configurando lo que ahora soy y creo… El arte, rodeado de arte, solo genera más arte, pero hay que saber gestionarlo”.
“Por establecer una comparación con ‘Dejar de ser’, creo que ‘Arder o quemar’ es una obra escrita desde la imperturbabilidad y el equilibrio, más madura, y también menos pretenciosa. Con un vocabulario más medido y preciso, creo que es un libro feroz, quizá hasta cruel, con menos lugar para la esperanza. Pero también con más espacio para la fuerza cósmica, la alquimia, la mitología: el poder de la palabra”
Hace tan solo unos meses, ha creado, con Cecilia González Godino, un proyecto editorial llamado Circo de Extravíos, donde pretende publicar libros de poesía ilustrados, siempre basados en conceptos sociológicos y filosóficos.
“El primer volumen ya está en proceso de edición y reúne a 16 poetas contemporáneos españoles de primer nivel, los cuales han escrito un poema a propósito para nuestro proyecto, en este caso sobre el tema del ‘amor líquido’, concepto acuñado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman”, explica Carlos Asensio.
Entrevista breve a Carlos Asensio
“Las redes sociales me han servido para experimentar con el lenguaje, aprender de otros escritores, intercambiar visiones e ideas sobre la literatura y jugar con las palabras”
¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
Hay varios libros a los que siempre vuelvo: los ‘Poemas’ de Emily Dickinson, ‘Poeta en Nueva York’ de Lorca, ‘Las olas’ de Virginia Woolf, ‘Pedro Páramo’ de Juan Rulfo o las obras completas de Alejandra Pizarnik.
Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida).
Mi familia, especialmente mis padres, por la poderosa influencia que han ejercido sobre mi forma de concebir la literatura y la escritura. Mi casa siempre ha estado plagada de libros de todo tipo, especialmente clásicos, por lo que la lectura siempre ha sido un pilar esencial en mi familia. Además, mi padre también era escritor (escribía poesía, relatos, ensayo…), lo que ha tenido un impacto inigualable en mi vocación literaria, y mi madre pinta y se desenvuelve muy bien en muchas disciplinas artísticas.
Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
Te digo dos: Camilo José Cela y Javier Marías. Ni empatizo con su (sobrevalorada) literatura, ni me interesa absolutamente su visión como pensadores e intelectuales (además de ser profundamente machistas).
Un rasgo que defina tu personalidad.
La pasión. Considero que todo lo que hago, todos los proyectos en los que me involucro, todo lo que escribo, está movido por la pasión. Cuando algo me interesa y me apasiona, me gusta dejarme arrastrar hasta el final. Y creo que, hasta cierto punto, es necesario que el arte y la literatura sean movidos por la pasión.
¿Qué cualidad prefieres en una persona?
La empatía. Creo que es un don que estamos perdiendo y que es absolutamente necesario recuperar: ser capaz de ponerse en la piel del otro, poder entender otras formas de ser, sentir y vivir, comprender el dolor ajeno. Sin empatía, no es posible tener sociedades ni individuos sanos y felices.
¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
Estudié Ciencias Políticas en la universidad, por lo que la política siempre ha sido un tema de interés para mí. Es cierto que el nivel cultural de nuestros dirigentes ha ido en descenso desde hace varios años, y que el debate político, en muchos casos, se ha convertido en una pantomima y en una lucha absurda por el poder y el control.
Dicho esto, no puedo dejar de mostrar mi auténtica repulsa a la cobertura que los medios están haciendo en la actualidad de partidos radicales, machistas, racistas y homófobos como Vox, donde prima más el sensacionalismo, las audiencias y la provocación que el interés porque nuestra sociedad mejore. No es lícito, en ningún caso, blanquear a partidos y personas que han hecho del odio por lo diferente su bandera.
¿Qué es lo que más te divierte en la vida?
La literatura –leer y escribir–, el arte y la música, compartir momentos y vivencias con amigos y familiares, las conversaciones eternas sobre el estado del mundo. Aprender cosas nuevas cada día.
¿Por qué escribes?
Porque no podría no hacerlo. Escribir se ha convertido en algo imprescindible en mi vida. Porque, como escribió el poeta Hasier Larretxea, «escribir es habitar los silencios».
¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
Soy muy defensor del papel de las redes sociales como divulgadoras de cultura. A pesar de todos sus inconvenientes y malos usos, creo en el poder de las redes como herramientas culturales: gracias a ellas accedemos de una forma más directa a la obra de otros escritores –vivos y muertos–, hacemos comunidad, nos damos a conocer y tenemos un acceso más democrático (aunque aún limitado) a la literatura.
He de decir que, en mi caso, las redes se han convertido no solo en un mecanismo más para darme a conocer y divulgar lo que hago, sino que también me han servido para experimentar con el lenguaje, aprender de otros escritores, intercambiar visiones e ideas sobre la literatura y jugar con las palabras.
¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
Considero que mi obra bebe de fuentes literarias muy variadas y heterogéneas que van desde clásicos como Lorca, Homero o Murasaki Shikibu, hasta autores contemporáneos como Erika Martínez, Yolanda Castaño, Ben Clark o Juan Vicente Piqueras.
¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
Tengo un blog en mi propia web (carlos-asensio.com), donde básicamente comparto escritos míos y pequeños artículos sobre poesía u otros autores que me gustan, aunque últimamente lo tengo algo abandonado.
También escribo para otros medios como ‘El Asombrario’, ‘Diario16’ u ‘OcultaLit’, donde doy rienda suelta a mi creatividad, escribiendo sobre todos los temas que me interesan, como el mundo editorial, la poesía y la literatura, el feminismo o el activismo LGTB+.
Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
Creo que hay un verso muy poderoso en mi último libro, Arder o quemar, que definiría muy bien mi forma de ver y entender el mundo:
«El mundo es una fragua donde Vulcano golpea para sobrevivir».