17/07/16. Futbol Club de Lectura. Enlace al artículo.
A estas alturas del partido no creo que nadie dude del alto poder de influencia del fútbol. Como un colonizador invisible, ha conseguido infiltrarse en prácticamente todos los rincones, impregnándolo todo e influyendo en cualquier ámbito tanto de lo social como de lo personal.
Esta omnipresencia se hace evidente si prestamos un poco de atención y nos fijamos en su permanente huella miremos hacia donde miremos. Y no hace falta irse hasta las secciones deportivas de los medios de comunicación para encontrarnos con él. Si abrimos un diario por la sección de política, economía o cultura, tropezaremos continuamente con referencias futbolísticas en los titulares.
Si ponemos la televisión, no tardarán en aparecer las metáforas inspiradas en el lenguaje futbolístico a la hora de referirse a determinadas cuestiones. Políticos, economistas, filósofos y hasta periodistas del corazón recurren de tanto en tanto al universo del fútbol para hablar de cualquier tema, incluso aunque se trate de algo totalmente ajeno al balompié.
Ese overbooking futbolístico es a menudo criticado por muchos. Con razón o sin ella, lo cierto es que ahí está, con un indiscutible don de la ubicuidad que presenta, como todo, aspectos negativos y positivos. Y, por supuesto, sus consecuencias van mucho más allá de los grandes acontecimientos colectivos, ya que también es capaz de influirnos de manera individual, interfiriendo en nuestras más profundas vivencias y emociones, incorporándose al mapa de nuestros recuerdos.
Aunque a bote pronto no seamos conscientes de ello, seguro que podemos detectar situaciones generadas por el fútbol que de un modo u otro han llegado a cruzarse en la trayectoria de nuestras vidas, llegando incluso, en algún caso, a modificarla. Y hasta sería posible asociar algunos destacados momentos de nuestra biografía a circunstancias futbolísticas. En algunos casos, si nos paramos a pensarlo, podríamos establecer un link entre algún importante recuerdo y un partido, un jugador, un campeonato. O un gol.
Dice Nick Hornby, autor de “Fiebre en las gradas”, que podría describir su vida en relación directa con el devenir del club del cual es aficionado, el Arsenal. Que sería capaz de vincular prácticamente todos los momentos de su vida con partidos de su equipo. Que para él, fútbol y vida forman parte de un equipo indisociable.
Estirando del hilo que situa el gol en el centro de una experiencia vital nos encontramos con una maravilla de libro. Se trata de “Once goles y la vida mientras”, de Pablo Santiago Chiquero y publicado por la editorial sevillana Maclein y Parker.
SINOPSIS
Es difícil resumir la esencia de un gol con palabras. Como afirma el protagonista del primer relato, “un buen gol no se puede contar. Te pueden decir el delantero hizo esto y aquello otro con la pelota, pero realmente nunca consigues imaginártelo del todo”. Pero con el tiempo, lo importante de los goles no es su factura, sino su capacidad para detener el tiempo y recordarnos, con más fidelidad que las fotorafías y los videos caseros, quiénes éramos cuando sucedieron.
“Once goles y la vida mientras” narra varios goles célebres de la historia del fútbol, como los dos tantos de Maradona ante Inglaterra en México 86 o el gol de Andrés Iniesta en la final del mundial de Sudáfrica. Pero no lo hace desde el punto de vista de las grandes estrellas que recorren sus páginas, de Butragueño, Cantona, Koeman o Zidane, sino desde la experiencia de once personajes anónimos que se enfrentan a la soledad, el miedo, la muerte o la ruina personal, y en cuyas vidas los goles se cuelan como raros momentos de felicidad y consuelo. En definitiva, un libro sobre fútbol, pero también sobre el recuerdo y las vivencias íntimas de todos los aficionados.
El libro se estructura en once relatos independientes. Sus protagonistas son personas de diferentes perfiles y lugares, de entornos rurales o urbanos, jóvenes o mayores, de situaciones personales diversas, aunque todas ellas coinciden en que podría tratarse de cualquiera de nosotros. A partir de ahí, el autor nos explica de qué manera interfirió un gol en su vida, de qué forma se cruzó con él alguno de esos goles que todos recordamos y llevamos en la memoria, de qué manera esa acción que significa el clímax del fútbol es capaz de convertirse en el colonizador de una parte de nuestro territorio vital.
De alguna forma, pensaba Diego, un partido inolvidable se parece a un buen libro. Con los años se acaba olvidando casi por completo lo que pasó en él, y los personajes y la trama o el estilo se van emborronando en la memoria hasta casi desaparecer, pero nunca se olvidan las circunstancias en las que se leyó y la dulce felicidad que entregó.
Fragmento de “¡Gol de Señor! ¡Gol de Señor!“
Justamente uno de los aspectos más destacables de lo que el libro nos propone es que no nos estamos refiriendo a la reacción de personajes que han ido a un campo de fútbol a ver un partido y la forma en que han asumido el gol en cuestión. No. Lo destacable de este conjunto de relatos es que nos muestran un trasfondo de vidas cotidianas en las que el fútbol, aunque parece que pasa inadvertido, siempre está presente como telón de fondo de nuestras vidas.
Las historias afectan a personajes anónimos de todo tipo: desde un joven que combatió en la guerra de las Malvinas y cuyas consecuencias sigue sufriendo hoy en día hasta un ludópata obsesionado por las apuestas. Desde un viejo que vive prácticamente aislado con la única compañía de su viejo televisor hasta un joven que comienza a enamorarse. Del grupo de amigos asiduos al pub en el que se reúnen desde siempre para ver los partidos a los hermanos separados por conflictos familiares pero a los que el fútbol y un padre cada vez más cerca de despedirse provocará su reencuentro. Del preso que tiene un disparo como el de Koeman y que podría haber llegado a vivir otra vida muy diferente al pobre anclado en un pasado y un partido que fue su último momento de felicidad en la vida.
Y así, hasta once trayectorias vitales diferentes y alejadas entre sí pero que, sin embargo, tienen en común el haber acabado infectadas por el virus que provoca la onda expansiva de once goles históricos de diferentes épocas: Butragueño, Maradona, Koeman, Iniesta, Fernando Torres, Juan Señor, Guardiola, Zidane, Steven Gerrard, Ibrahimovic y Cantona.
La influencia del fútbol llega a extenderse hasta lo sobrenatural en una de las narraciones, con una historia protagonizada por un fantasma y en la que el fútbol consigue que lo paranormal se convierta en normal.
Este es uno de los grandes méritos del autor, describir el poder del fútbol desde el punto de vista de la realidad de las personas anónimas, desconocidas. Hablar de fútbol desde la perspectiva de las estrellas, de los jugadores, de los clubes o de lo que sucede sobre el terreno de juego es una de las caras del prisma del complejo universo de la literatura sobre fútbol.
Narrar de qué manera el fútbol se infiltra en la vivencia de las personas, en su cotidianidad y, sobre todo, de qué manera determinados episodios futbolísticos se acaban incorporando al equipaje de nuestros recuerdos es lo que convierte esta obra en una propuesta de gran valor y personalidad. Por esa razón, la identificación del lector con los protagonistas de cualquiera de los relatos es inmediata, ya que, en el fondo, el libro está hablando de nosotros, y cualquiera de nosotros podríamos ser los protagonistas de algún relato similar.
– Está bien, ahí va mi pregunta: ¿hay fútbol en el cielo?
– ¿Eso es todo lo que te preocupa? ¿Si hay fútbol en el cielo?
– Bueno, el fútbol es importante –se defendió Patrick-. No me imagino la eternidad sin un buen partido.
Fragmento de “Un gol para la eternidad“
Explica el autor en las entrevistas que podéis escuchar al final del post que su intención al escribir estos relatos es mostrar de qué manera el fútbol consigue adherirse a nuestras vivencias, y cómo, del mismo modo que existen episodios vitales que siempre recordaremos, también sucede lo mismo con determinadas situaciones futbolísticas.
Y así, somos capaces de asociar momentos de nuestras vidas a aquellos goles que nunca olvidaremos. El autor nos ofrece aquí once goles históricos, pero no es más que una muestra de lo que en el interior de cada aficionado sigue latiendo porque ha pasado a formar parte de nuestra identidad y nuestro bagaje como personas.
A menudo, al conversar con amigos sobre fútbol, aparecen las preguntas: ¿Dónde estabas aquel día? ¿Con quien viste el partido? “Once goles y la vida mientras” añade una pregunta más: ¿De qué modo influyó aquel gol en tu vida?
Los aficionados al fútbol encontrarán en “Once goles y la vida mientras” una guía de inspiración, un texto al que recurrir de tanto en tanto para encontrar explicación a la forma en que determinados episodios futbolísticos son capaces de impregnar nuestras vidas. Pero también lo disfrutarán quienes no sean aficionados a este deporte, puesto que gracias a la buena literatura encontrarán explicación a lo que le sucede a determinadas personas de su entorno que mantienen una relación sentimental con el fútbol que ellos no comprenden.
Por último, me gustaría hacer una mención especial para la edición. Muy cuidada, se nota la preocupación de la editorial por ofrecer un producto de calidad tanto en el continente como en el contenido, con una magnífica ilustración de portada obra de Paqui Timoneda. Un libro altamente recomendable que, además, está acompañado en mi caso de una preciosa dedicatoria que agradezco tanto al autor como a la editorial Maclein y Parker.