“Es la historia la que te guía a ti, ella se escribe sola.”
01/07/14. Freek Magazine. Enlace al artículo.
Juan Antonio Hidalgo y el libro autónomo.
¿Nunca te has subido a un autobús y te has preguntado cómo será la vida de ese desconocido y cómo sería la tuya si él o ella fueran parte de tu vida también? ¿Y qué tal si ese desconocido o tu vecino del piso de abajo, ese tan tímido que no pasa del buenos días en el ascensor, tuviera una vida secreta la mar de interesante? Los últimos cien días de Jindra Hertam es la primera referencia de la nueva editorial sevillana Maclein y Parker. Una novela que nos cuenta el cruce de las vidas de desconocidos de una ciudad cualquiera y cómo la casualidad se puede aliar con la tragedia o con la fortuna según como se levante ese día. Entrevistamos al autor Juan Antonio Hidalgo para ver qué podemos hacer contra algo tan caprichoso como el azar.
Uno de los protagonistas es una asesina cuyo padre fue asesinado. ¿Te has visto influido por los superhéroes de cómic que fueron personajes atormentados en su juventud, estilo Bruce Wayne?
La verdad es que esa parte de la vida de la protagonista no estaba pensada así en un principio, eso fue surgiendo a medida que se fue avanzando. Tampoco soy yo muy de cómics, la parte freak de ahí no se puede coger.
Me encanta que esta novela esté inspirada por una extraña que conociste en un autobús. ¿Eres de los que se enamoran cada vez que suben al transporte público?
No tanto, no a ese extremo, pero sí, suelo caer con facilidad. Mi trabajo me inspira, concretamente la gente que conozco en mi trabajo, no inspiran una novela, pero sí situaciones, escenas, determinados momentos concretos. Gente que te cruzas en la calle pueden inspirarte, ciertas miradas entre dos personas, eso puede mover a la imaginación e inventar algo. Que luego se parezca poco o mucho a la realidad es otra cosa.
A mí, esta novela me ha recordado mucho por estructura entre lo oscuro y lo cotidiano a “Los confidentes” de Bret Easton Ellis y también al “trabajo Nocilla” de Agustín Fernández Mallo. ¿He acertado con las referencias, cuáles son las tuyas?
Literariamente, aunque leo de todo, pero me gustan mucho, aunque no tengan mucho que ver uno con otro, Haruki Murakami y Amélie Nothomb. De Amélie he leído casi todo lo que tiene. Además ella suele escribir novelas cortitas, de 120 ó 150 páginas máximo. Son historias cortas como las que escribo yo, no suele divagar.
Esta novela surgió en un blog, ¿te lo tomaste con la disciplina de un diario, cómo fue el ritmo?
La historia nació en principio como un reto: la idea era escribir 100 relatos independientes en 100 días, obligarme a escribir. Pero a medida que fue avanzando en el tiempo, en el día siete u ocho, los personajes se repetían, entonces ya a partir de ahí empecé a crear una única historia con unas líneas muy básicas. Pero el germen, en realidad, no fue una novela.
Has metido “La lista. (Historia de Jacobus von Eickenvijk)”, otro de tus libros, en esta novela. ¿Metalenguaje, autorreferencia, guiños…?
Un poco de todo, me gusta mezclar. Hay personajes que salen en mis relatos, que luego salen en otras novelas y viceversa. No es el único guiño que sale en esta novela. En el anterior libro de relatos, “Nunca pasa nada”, hay personajes que aparecen en distintos relatos, se nombra a Jindra Hertam en relatos anteriores. Es la manera en que toda mi obra está relacionada entre sí.
¿Crees que un autor novel puede vivir de la escritura? ¿Qué crees que tiene que ocurrir para ello?
Para vivir de la literatura, mucha suerte, a ver… Es muy difícil, hay muy pocos que vivan de esto, normalmente viven de otra cosa, son profesores, o periodistas. Una casualidad tremenda que alguien te recomiende y se vendan millones de copias y se traduzcan a otros idiomas. Pero son cosas increíblemente simples, como por ejemplo “El código Da Vinci”, que no es tan complejo como se quiso vender. En resumen es pegar un pelotazo.
En quien primero pensé cuando leía a tu asesina Ángela, fue en la asesina cyberpunk Molly de “Johnny Mnemonic” y “Neuromante” de William Gibson. ¿Tuviste a alguien en mente a la hora de perfilar a ese personaje?
La verdad es que no me he fijado en nadie en concreto. Mi idea era que no pareciera una asesina, es peligrosa porque no se le ve venir, porque no parece ni por asomo eso, ésa es su ventaja. Cuando ataca ya es tarde. Que nadie pudiese pensar en ello.
Me gusta mucho la mezcla que hay en tu novela entre tragedia y azar que, a mí personalmente, es algo que me da mucho miedo. ¿Te gusta la mezcla entre esos dos conceptos?
Me gusta mucho eso del “What if…”, de ¿qué pasaría si hubiese cogido por este camino o no, si hubiese tomado esta decisión en lugar de esta otra? Y luego enseñar las consecuencias. Me gusta usarlo de vez en cuando, el azar y el destino. Aunque no creo en el destino, creo que se debe todo a la casualidad, que son las que dirigen la vida de la protagonista. Quiero desarrollar una novela que sólo tengo la estructura, de ver qué pasaría si tomara una decisión y no otra y enseñar los dos casos y cruzarlos, pero es sólo una idea, a ver cómo hago para plasmarlo.
Siempre se dice que el escritor deja algo de él dentro del libro. ¿Qué hay de ti en Jindra Hertam?
Es complicado, hay cosas demasiado personales, todos los personajes tienen algo de mí, pero no las puedo explicar…
Esta obra habla mucho sobre la creación y los personajes. ¿Pueden llegar a ser autónomos? ¿Cuándo te das cuenta de que no puedes controlar a los personajes?
Me pasa muchas veces. Yo tengo pensado en principio el camino que quiero que tenga la historia, pero luego toma un rumbo muy distinto. Pero es conveniente dejar que la historia tome su rumbo. La trama es la única que sabe dónde va a ir. Es la historia la que te guía a ti, ella se escribe sola.