Ahora que me escondo porque nadie huye de mí. Que he vuelto a nacer y a morir a la vez, justo el mismo día y a la misma hora, [me dueles.
Es con esta lejanía redentora que siento el palpitar de tus luces más dentro que nunca, Barna city.
Respiro tu asfalto y me bebo tus prisas.
Cae la noche, y yo ya no soy yo. Mi cuerpo empieza a levitar Passeig de Sant Joan abajo.
Rápido, rápido, sobrevuelo la fuente de Hércules. Una paloma quiere cagarme encima, pero esquivo su lamento.
Metro Verdaguer, correspondencia con la amarilla. He vagado tantas veces por aquí, que podría hacer el camino con la yema de [los dedos
sin necesidad de abrir los ojos.
Cruza Diagonal y Jacinto nos mira desde las alturas. El búho al que perdonaron la vida lo observa como riéndose de haber [vencido a la muerte y el olvido.
Corro, mi cuerpo corre. Nada le empuja, sólo la vida. Plaça Tetuán, subo cuatro peldaños y bajo cinco.
Tierra en las sandalias, sudor en los dedos y todas las ganas de que me hagas tuya, Barna city.
Llego, soy etérea. Casi un relámpago que todavía no ha sido ni luz. Arc de triomf, fin del camino.
Ahora despierto, no he ganado tan sólo he perdido, Barna city.
Por Raquel Egea.