Bajo mis párpados caben tus manos. Tu media sonrisa de muchacho guapo. Caben tus labios rizados, poderosos, sirenianos cuando sólo me hablan a mí. Cuando sólo los escucho yo.
Cierro los ojos y serpentea tu nombre en mi mente, vibra tu s, como si consiguiera llamarte. Tu nombre de mi voz. Tu nombre como un conjuro, como una invocación. Tu nombre innombrable.
Todo es posible dentro de mí. Al resguardo de mis pestañas, puedes ser mío. A la sombra de mi imaginación, de mis fantasías con tu cuerpo, no hay improbables. Todo tiene día y hora. Y anotación en la agenda. Todo se concreta tras una puerta cerrada a la terrible e hiperrealista despedida que te saca de mí, del abrigo de mis párpados y pestañas. Del cobijo de mi imaginación, del amor, al fin conjugado.
Por Patricia Nogales Barrera.
Muy bien Nogales! Qué bueno leerte tan en forma. Bravo!
¡Gracias, Davor! Felicísima de reencontrarme con esta familia.