Como un poema de Safo bajo tierra
-oh,
perra
paría-,
como una constelación sin nombre en búsqueda de carnaza,
como el viento que tocó un día tus manos
o la palabra asfixia
sobre el lodo,
así,
en una fiesta me colé,
más allá de la escalera.
Oh,
my
god!
Cuánta gente,
cuánta carne,
cuánta carne suelta en los salones,
en la cocina, al lado de la nevera,
en los reflejos de los baños,
por los rincones y entradita.
Cómo danzan divinos al ritmo swing de un futuro tanatorio…
Precioso,
el buitre de mi pecho sonríe a los ilustres musculados.
A cada paso que doy, emponzoño sus vasitos,
voy arrancando con dulzura cabezas de Narcisos de sus troncos,
y qué bien,
buitrecito mío,
qué bien, cosita linda,
que ya son cabezas de hielo que enfrían el ponche.
Por Dafne Benjumea.