En el medio del ombligo me ha crecido un árbol
frondoso que hinca sus raíces en mi espalda.
A mis brazos los ahogan hojas recién nacidas y
mi boca se ha hecho hogar de un gorrión perdido.
Mis pies se van hundiendo en la tierra reseca.
Mis dedos ya se confunden con las lombrices
que, ciegas, gritan en la oscuridad.
Se me caen los ojos y los dientes para dejar
hueco a las flores en primavera.
Llega la lluvia y mi cuerpo hecho árbol es
manantial por el que resbalan gotas frías que
aún parezco sentir en mi dermis.
Una oruga huidiza tropieza con mi pie hueco.
Un estruendo rompe el cielo.
Noto el calor de un rayo empezando a
quemar mi verde y exuberante nuca.
Ahora soy incendio.
Y árbol.
Y cenizas.
Por Raquel Egea.
Fantástico!!
Metamorfosis al más puro estilo Raquel Egea.
Qué placer leerte, parece que escribas fotogramas en lugar de versos.
Gracias por permitirnos disfrutar de tus palabras.
Muchas gracias!
Me gustó la idea de ser un árbol para acabar siendo ceniza.
Me alegra que os haya gustado.
Besotes!
Según el SALMO 52-8: soy un olivo! soy un olivo! mira esto: https://www.youtube.com/watch?v=Nop_4AUN-Jk
ME ENCANTÓ!