ANTONIO RIVERO TARAVILLO. SVARABHAKTI
LA RAYA DE LA VIDA
05/06/19. Puentes de papel. Enlace al artículo.
Por José Luis Morante.
La mirada plural de Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963) explora la escritura en todas sus facetas, aunque el cauce lírico constituye su amanecida más temprana ya que se dio a conocer como poeta en 1989, con el cuaderno Bajo otra luz. En estos treinta años de quehacer ha escrito novelas, biografías, relatos, aforismos y crítica literaria. También ha prologado ediciones y vertido al castellano obras de autores irlandeses, ingleses y norteamericanos. Dirige desde su fundación la revista Estación Poesía.
Esta incansable voluntad deja en 2019 un nuevo fruto, el poemario Svarabhakti. Aclaro de inmediato que la misteriosa voz del título pertenece al ámbito lingüístico; el término de origen sánscrito designa un cambio fonético que añade una vocal de apoyo a una concentración de consonantes para facilitar la pronunciación y un uso más relajado y popular.
El poeta busca en el despertar la razón de escritura. En “Vida y poesía” recobra la primera persona para incidir en el diálogo abierto entre las palabras y el acontecer biográfico. Del mismo modo que el oficio despierta su inteligencia ordenadora para que los versos se asienten en su previsible molde formal, la voluntad intuye el trayecto libre de lo cotidiano que aglutina mediodías y contraluces, dejando siempre un espacio aleatorio, un imprevisible nudo de sorpresas.
Para que el poema guarde el misterio de la insinuación, se requiere un árbol fuerte capaz de nutrir de contenido la búsqueda tenaz del verso. La composición “Poeta” alude a ese sentir común en el mosaico de la tradición. En él cada voz es la tesela de una sensibilidad individual que cobra sentido como parte de un todo creador: “En uno hablan todos los poetas, / el coro de una voz múltiple y sola / que calla con las otras al decirlas / y, al callarlas, las dice como nadie”. Desde ese reconocimiento pactado con el legado de la biblioteca aflora un culturalismo concebido como sustrato básico de los textos, que añade referentes vertebradores a la cercanía coloquial. Así, el camino interior del yo distribuye miradores y vistas a su trayecto. Un ejemplo de lo escrito se percibe en el poema “Excálibur” que debe su título, como sabe el lector, a la legendaria espada del rey Arturo, arquetipo de monarca en el mito. De aquel hierro clavado en la piedra nace un poema simbólico, cuajado de erotismo, que hace de la roca un cuerpo desvelado en la espera. El sueño de Camelot abre paso al sueño de la posesión que convulsiona al enamorado. También en “Historia troyana”, casi un mínimo apunte aforístico: “Pensar que tú / piensas en mí: / caballo de madera abandonado / ante mi puerta” se recurre al cauce cultural.
La biografía postula una permanente evocación donde la mirada introspectiva abre un proceso de recuperación de espacios en sombra. El recuerdo muestra dimensiones habitables, a veces sumidas en pequeños estratos de niebla, como si pertenecieran a un tiempo de extrañeza que asume en el ahora la erosión desapacible del discurrir. En cada identidad convergen temores y dudas, materiales de uso para una conciencia meditativa que busca respuesta a las disonancias del tiempo, que se empeña en dejar la raya de la vida con la prestancia de una línea recta. En este registro encontramos excelentes poemas meditativos, como “Noticias para América” y “La tumba de Prados” o la plenitud expresiva de “El desertor”.
No pasa inadvertida la amenidad formal del poemario. Aunque el poema breve es el aporte más frecuente, en la compilación dialogan formas cerradas como el haiku y el soneto que buscan en su precisa maquinaria una convivencia feliz con el verso libre.
Svarabhakti añade al largo trayecto de Antonio Rivero Taravillo una celebración de la poesía como mediadora entre la circunstancia personal y la mirada a lo contingente. Las inflexiones y matices de quien busca palabras para ensanchar lo real, para confirmar que el lenguaje es siempre refugio para la casa grande del pensamiento.
Sirve de última estación del poemario “La tumba de Prados”, un emotivo encuentro con la certeza del poder igualatorio de la muerte y de la incontenible afasia de los años. lejos de su patria Emilio Prados Y lusi Cernuda acumulan olvido y ese callado desplome en la ceniza.
Antonio Rivero Taravillo ha ido sembrando composiciones de Svarabbhakti en distintas revistas. Pero en esta compilación aparecen renacidos y plenos, con el misterio de la insinuación, el no sé qué que queda balbuciendo de la buena poesía. los poemas son centro y claridad. Entrelazan la fuerza de un legado lector que llega súbito al ahora para subrayar la atemporalidad de algunos magisterios y la asimilación de una cultura clásica, ya enunciada en sus ediciones y en sus versiones al castellano. Y queda firme también la propuesta creadora de un escritor que recurre a los temas de siempre –el amor, la temporalidad, los renglones opacos de la existencia…- para cantar con voz coral los afanes y días.