“La poesía activa muchas partes de uno mismo que no conoce”. Patricia Andrada.
01/12/17. Solidaridad Digital. Enlace al artículo.
‘Mensaje al resto de los hombres’ (Maclein y Parker) es un poemario náufrago de la figura paterna. Como las sirenas de Ulises, lo canta, pero no para convocarlo, sino para quedarse en paz. Para restituir el equilibrio, y la que falta no sea devastadora. No perdona sino que se perdona. También a través del trazo, que acompasa el verso, los versos, y se hace poema por sí mismo. Su autora, Patricia Andrada (Sevilla, 1976).
“Ahora que ya no estás veamos cuánta poesía puedo hacerme contigo”. La poesía, ¿siempre brota de la falta?
En parte creo que sí, que la poesía surge de aquello que falta, desde luego este poemario parte de ahí, pero cada vez me interesa más o quiero confiaren que puede haber fuentes menos dolorosas desde las cuales crear. Me gustaría quitarme esta filosofía malditista que tengo y encontrar otra manera desde la que hablar.
Los versos que no se escriben, ¿se quedan enredados en el interlineado del poema o se esconden agazapados en espera de ser retomados en algún momento?
Tengo la sensación en este libro de que ha salido todo lo que tenía que salir, la sensación de que está todo dicho y cerrado en cuanto a esa etapa de mi vida, un ciclo que termina. El verso al que haces referencia habla de ese primer momento de destaponamiento… hasta ahora, lo que escribía se quedaba en un cajón; esta es la primera vez que comparto lo que escribo. Y ha salido de golpe, y se ha convertido en un libro.
¿Sana más leer poesía o escribir poesía?
Para mí, desde luego, es una forma de terapia, sin duda, escribir; mi poesía procede de una forma de escritura casi siempre automática, de prosa muy larga, y al final se va condensando en poesía. Desde muy pequeña mi manera de digerir los acontecimientos más complicados de mi vida y el día a día ha sido a través de la poesía, que sana de esas vivencias más difíciles de asimilar, convirtiéndolas en algo bello y poniéndolas fuera de ti. Eso aligera el peso.
El poeta, ¿tiene más de bestia, de sombra o de candil?
… es una pregunta complicada… creo que el ponernos en contacto con la poesía, escribiéndola pero también leyéndola, activa muchos interruptores de facetas diferentes, tanto la de bestia, como la de sombra, y la de candil, y muchas más, con partes de uno mismo que no conoce; aflora el subconsciente y, al leerla, uno se ve espejado en partes de sí mismo que estaban en la sombra.
Soltar es una palabra que me ata. ¿Cuáles son, de tenerlos, los lastres del poeta?
En el mismo acto de intentar liberarnos de esos lastres hay una especie de resistencia que es lo que nos impide avanzar, porque la llave de la sanación de cualquier herida vital es la aceptación; muchas veces ese querer liberarlo pasa por intentar creer que no haya ocurrido, que nunca ha pasado, y esa resistencia es la que precisamente nos impide soltar ese lastre.
Las ilustraciones, ¿completan el poema o son poemas visuales en sí mismas?
Hay un poco de las dos cosas, mi intención ha surgido de manera espontánea, por eso algunos poemas son complementados por la ilustración y otras ilustraciones narran una historia paralela, como el caracol de la portada, escalando hacia la cima de un pecho, que reaparece a lo largo del poemario y cuenta su propia historia.
Fuera del verso, ¿dónde reside la poesía?
En todos los sitios, es una manera de mirar, de vivir, de observar el mundo; la poeta Carmen Camacho habla del ‘estado poético’, y estoy muy de acuerdo con esa idea, está dentro y fuera, lo poético, y es maravilloso. Si sabes mirar, la encuentras en cualquier sitio.
¿Por qué Ben Clark para el prólogo?
Ha sido mi profesor durante casi un año, en Ibiza, donde he vivido los últimos doce años; me enamoré de su forma de escribir y tuve la suerte de conocerlo, una experiencia maravillosa. Y de ahí el gran privilegio del regalo de su prólogo, estoy muy contenta.