11/01/2017. Esquinas dobladas. Enlace del artículo.
«La vida sucede al otro lado de una persiana en los primeros minutos del amanecer o nos golpea con la fuerza de una locomotora, pero nunca nos deja indiferentes ante el dolor, el amor o la sorpresa. La colección de relatos que compone Leña refleja con precisión cartesiana los giros inesperados de pequeñas historias personales, sus ruletas rusas emocionales y la belleza de sus rutinas. El autor consigue que lo anecdótico merezca un lugar destacado en el cuadro de honor de la literatura y nos pone frente al espejo de nuestras propias realidades comunes».
No tiene Leña un hilo conductor claro entre todos sus relatos, pero si tuviera que quedarme con uno diría que es ese ambiente nostálgico de los recuerdos de la infancia: José Pedro García Parejo consigue con sus descripciones exactas trasladarnos a unos ambientes como analógicos, de cuando éramos pequeños y todo parecía más sencillo. ¿Y cómo lo consigue? Con una narración en Leña es delicada y muy precisa: bonitas y gráficas descripciones intercaladas con unos diálogos de lo más acertados, bastante creíbles y realistas. Especialmente en esos relatos en los que las conversaciones toman tintes surrealistas porque cada personaje habla de una cosa aunque, al final, los unos escuchan a los otros. Es lo que ocurre, por ejemplo, en uno de mis preferidos, Kowalski.
Hay en este libro relatos para todos los gustos y la mayoría están ambientados cerquita de casa, en cualquier pueblo como el tuyo y como el mío, con personajes como tú y como yo entre los que de vez en cuando se cuela algún futbolista (o algún sicario). Este contraste consigue situaciones muy curiosas y , cuanto menos, entretenidas, como en Educación Semipresencial o Clase de matemáticas; pero también hay algunos relatos que se alejan un poco de esa cotidianidad y se apoyan en visos de una cultura norteamericana que, a mí por lo menos, se me ha antojado un poco estereotipada y vacía (por ejemplo, en El club de los primeros). También hay algún que otro relato histórico (que, como siempre, son los que más me han gustado): El almuerzo, genial tanto en contenido como en estructura; El amable apilador, personalmente mi favorito. Y hay uno que me ha llegado al corazón por su emotividad y, sobre todo, por sus descripciones a través de los ojos del niño interior del protagonista: Gran Circo Ruso.
Aunque es el primero de los veinte relatos de Leña el que da nombre a la colección, mis favoritos son sin duda los cinco últimos. No sé qué criterio habrá seguido el autor a la hora de ordenar los relatos, pero el hecho de que mi interés y gusto personal por estos haya ido en aumento ha contribuido y mucho a que mi percepción personal del libro en su conjunto sea bastante positiva.